Las elecciones legislativas porteñas dejaron más que nuevas bancas en la Legislatura: también expusieron historias que rompen moldes. Una de ellas es la de Alejandro “Pitu” Salvatierra, quien acompañó a Leandro Santoro en la lista de “Es Ahora Buenos Aires” y logró asegurarse un lugar como legislador. Su pasado no es el típico de un político tradicional: el “Pitu” supo estar del otro lado de la ley, pero su presente lo muestra como símbolo de reconversión y militancia.
Conocido por su participación en los medios, especialmente como panelista en C5N y en la radio digital Futurock, Salvatierra se metió de lleno en el debate político desde una posición que incomodó a más de uno. Lo que para algunos fue una jugada arriesgada, para otros representó un mensaje de inclusión y segundas oportunidades.
Alejado de sus años más oscuros —vinculados a robos y conflictos con la justicia—, Salvatierra decidió dar un giro rotundo a su vida. Su campaña estuvo atravesada por un relato de superación personal, donde la política apareció como el canal para canalizar luchas sociales que conoce en carne propia.
“Nos sobran fuerzas y convicciones para seguir luchando”, escribió en su cuenta de X al conocerse los resultados que lo confirmaban como legislador. Su mensaje fue directo y emotivo, agradeciendo el apoyo popular y prometiendo seguir trabajando desde su nuevo rol institucional.
La llegada del “Pitu” al recinto no es solo un hecho electoral. Es una invitación al debate: ¿puede la política ser una herramienta real de transformación personal y colectiva? Su historia pone sobre la mesa discusiones profundas sobre estigmas, rehabilitación y el lugar que la sociedad otorga a quienes buscan una segunda oportunidad.
Con un pie en la calle y otro en la Legislatura, Salvatierra encarna una figura que divide aguas, pero también abre caminos. Porque, aunque muchos lo recuerdan por su pasado, hoy su nombre está vinculado al voto popular y a una nueva etapa que, como él mismo dijo, “recién empieza”.
