A fines de mayo se celebra el Día del Chardonnay, la cepa blanca que viaja por el mundo entero, con presencia en múltiples lugares de la Tierra. Cuando el mes de mayo finaliza, cada último jueves, el mundo celebra el día de la cepa chardonnay, la uva cuyo cultivo se extiende por todo el planeta.
Si bien esta fecha comenzó como un impulso de “marketing” en el año 2010, en California, pronto se convirtió en un motivo para redescubrir año a año las bondades de esta cepa. Y surge la pregunta de rigor: ¿qué tiene la uva chardonnay que llamó la atención del mundo al punto de cultivarse en todo el planeta?
Sí, desde los suelos blanquecinos de Chablis hasta los suelos mendocinos, esta cepa reina entre los mejores vinos, sola o acompañada de otras variedades. Su encanto no deja de ser polémico, ya que entre sus cualidades se encuentra la adaptabilidad y la presencia. Es lo que algunos expertos gustan definir como una uva sin máscaras.
Su distintivo radica en que toma la identidad del suelo y de lo que el enólogo quiere expresar. A diferencia de otras variedades que tienen identidad por sí solas, esta cualidad es altamente apreciada a la hora de gestar un vino, ya que es en el viñedo donde comienza su nacimiento. Esa es la razón por la que tenemos chardonnay frutales, minerales, secos, burbujeantes y por qué no mantecosos al paladar.
Esta cualidad camaleónica despierta admiración, a la vez que también levanta críticas, y algunos detractores no ahorran epítetos, con afirmaciones que la acusan de ser una especie de “Coca Cola del vino”, que ronda entre lo anodino y sin alma. Ante esto, la chardonnay se defendió de la mejor manera que pudo hacerlo, demostrando que no hay dos lugares donde esta cepa pueda producirse de igual forma.
El origen del Día del Chardonnay
Rondaba 2010 cuando Rick Bakas, experto en “marketing” digital y conocedor del mundo del vino de Napa Valley, se empeñaba en poner nuevamente en la vidriera a esta cepa injustamente desplazada en los últimos años por la premisa “ABC” (Anyting But Chardonnay, ‘Todo menos chardonnay’). Frase que había sido puesta de moda luego de la crisis financiera de 2008.
La estrategia incluía difusión en redes sociales, hashtags, catas y comunidades que dieran vida a este día con el objetivo de desentrañar las bondades del chardonnay para echar por tierra las calumnias de las que fuera víctima en los últimos años.
La fecha elegida fue el jueves anterior al Memorial Day, que se conmemora el último lunes de mayo en los Estados Unidos). Excelente estrategia que buscaba vincular el vino blanco la llegada del verano. No hizo falta nada más, los planetas se alinearon y el Día del Chardonnay había nacido.
Bodegas, comerciantes, distribuidores, sommeliers y amantes del vino se hicieron eco rápidamente, porque cuando que se trata de enaltecer al vino siempre hay solidarios receptores para magnificar la propuesta. La fecha pasó a ser una reivindicación y un constante lanzamiento.
Lejos, muy lejos del mote de blanco cremoso de los años noventa, el Día del Chardonnay sirve para posicionarlo en el mercado de la mano de los eventos, publicaciones, promociones bajo el #ChardonnayDay o el más canchero #ChardDay, que busca conquistar al público joven. Actualmente se habla de la acidez, mineralidad y la tensión con que esta cepa expresa el “terroir”.
La cuna borgoñesa
La cepa chardonnay debe sus orígenes a un pueblo del que lleva el nombre en Borgoña, Francia, donde nacen no de los mejores vinos blancos del mundo, en Chablis, Puligny-Montrachet y Meursault. Este lugar sirve para que la varidad se manifieste en vinos minerales, longevos y tensos. Pese a las bondades en cuanto a la adaptación al suelo, la cepa chardonnay no se caracteriza por ser precisamente aromática, ya que su característica principal radica en su capacidad para absorber del suelo todo lo que él le quiere brindar, y esto es precisamente lo que la convierte en única.
La región de Champagne también la adoptó como flamante artífice de sus espumosos Blanc de Blancs. Así viajó alrededor del mundo, afincándose en Australia, Chile, California, Sudáfrica, Nueva Zelanda y Argentina, entre los lugares más destacados. Entre sus particularidades está la de ser una uva que se adapta a distintos climas, su cultivo no presenta dificultades y posee excelente rendimiento.
Es la variedad más plantada en el mundo. Surcó modas como la del “buttery chardonnay” en los años noventa en los Estados Unidos, que daba lugar a blancos cremosos, densos, mantecosos y avainillados, con crianza en madera nueva y fermentación maloláctica. Ante la saturación del mercado con esta tendencia y como reacción surgió el ABC (Anything But Chardonnay) como el lado opuesto de esa moneda.
Remontar esa tendencia no fue nada fácil. Se hizo justicia con la viticultura blanca y sobre todo con la cepa chardonnay. Las modas van y vienen, pero la fidelidad de las cualidades de una cepa llega para quedarse, pasando por alto opiniones temporales, caprichos del mercado y las tendencias inventadas para dar lugar a novedades que abren espacios inexplorados. Por eso, el vino chardonnay nos habla no de una moda, sino que es una plataforma de expresión.