El presidente Javier Milei no quiere llegar a las elecciones con una economía frágil que repita el escenario de 2019. Con esa premisa, el Gobierno desplegó esta semana un paquete de medidas que profundiza el cambio cultural en marcha y busca inyectar dinamismo sin comprometer el equilibrio fiscal ni la política monetaria. La apuesta es doble: sostener la desinflación y alimentar el consumo con los “dólares del colchón”.
La administración libertaria sostiene que los resultados iniciales del esquema cambiario lanzado el 11 de abril justifican redoblar la estrategia. Desde entonces, el dólar oficial flota en una banda entre los $1.000 y $1.400 —con ensanche mensual— pero se mantiene en el piso. Esa combinación, sostienen en el equipo económico, está ayudando a consolidar la baja de la inflación y mejorar el poder adquisitivo medido en moneda dura.
Actividad debilitada y alerta por el antecedente de Macri
La otra cara del fenómeno es el estancamiento de la actividad. Si bien el EMAE de marzo marcó un crecimiento interanual del 5,6%, el dato desestacionalizado mostró una caída del 1,8% respecto a febrero. El rebote post ajuste empieza a mostrar signos de fatiga.
El economista Jorge Vasconcelos, del IERAL, advierte que la combinación de inflación a la baja con demanda débil es un déjà vu preocupante. “Eso fue exactamente lo que le ocurrió a Macri antes de las PASO de 2019”, señaló. En aquel momento, la economía había empezado a estabilizarse tras el acuerdo con el FMI, pero la falta de recuperación del poder adquisitivo terminó pasando factura en las urnas.

A diferencia de ese ciclo, donde el PIB acumulaba una caída del 4% respecto al inicio del ajuste, la actual administración muestra un crecimiento estimado del 3,7% en los primeros cinco meses. El piso fue más profundo, pero también más breve, y el repunte llegó con mayor velocidad.
El factor salario y la remonetización silenciosa
Una de las claves del proceso es el salario privado formal medido en dólares, que luego de desplomarse en diciembre y tocar fondo en febrero, empezó a recuperar terreno. Hoy se ubica en torno a los 1.300 dólares, similar al nivel que dejó Macri, pero con una trayectoria opuesta.
El ajuste de diciembre fue rápido, profundo y con apoyo inicial de la población, que intuía que la situación era insostenible. Ese piso permitió una recuperación sostenida sin emitir pesos. Ahora, el Gobierno busca reforzar esa dinámica con medidas que incentiven el uso de dólares sin blanqueo formal.

Federico Furiase, asesor clave del equipo económico, resumió el enfoque: “más nafta para la economía, pero sin emitir”. A eso se suman las desregulaciones de precios en sectores como electrónica, aluminio, indumentaria y alimentos, que buscan no solo contener sino abaratar el costo de vida en dólares.
¿Más consumo sin emitir?
El Ejecutivo apuesta a que los argentinos saquen los dólares del colchón, los vuelquen al consumo o al sistema financiero, y ayuden a dinamizar la economía sin necesidad de expandir la base monetaria. Pero no todo está resuelto.
Vasconcelos advierte que el efecto inmediato será limitado, al menos hasta que el Congreso sancione la ley que garantice que esos fondos no sean objeto de futuras auditorías. “Habrá que ver si se traduce en un aumento significativo de los depósitos en dólares. Por ahora, eso parece lejano”, indicó.
Además, plantea un riesgo adicional: que las oficinas de recaudación provincial vean en esta remonetización una oportunidad para ampliar la base imponible. “Las provincias podrían estar muy atentas a los movimientos financieros en sus jurisdicciones”, advirtió.
Desequilibrios externos y precios internacionales en baja
Más allá de la apuesta al cambio cultural, el Gobierno también deberá resolver tensiones estructurales. El IERAL advierte que, en los últimos doce meses, el PBI creció 7,7%, pero las importaciones no energéticas aumentaron 38,5%. Una elasticidad que supera largamente el patrón histórico, donde ese ratio rara vez supera el triple.
Como si fuera poco, los últimos datos del comercio exterior muestran un retroceso del 10% en el valor de las exportaciones energéticas, debido a una caída del 14% en los precios internacionales. Pese a que las cantidades exportadas aumentaron, el impacto negativo en la balanza comercial fue significativo.
Ese frente externo, cada vez más exigente, obliga al Ejecutivo a mantener la cautela. Con un tipo de cambio bajo, sin emisión, y con provincias husmeando posibles nuevos ingresos, el margen de maniobra se achica. De ahí la necesidad de que el cambio cultural prospere rápido y que los dólares escondidos empiecen a circular sin temor.