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POLÍTICA

Javier Milei asistió al cambio de guardia en Plaza de Mayo: tradición militar, simbolismo político y homenaje a los Patricios

Reivindicación de las Fuerzas Armadas y reconstrucción del vínculo con las instituciones militares.

Después de participar del Tedeum del 25 de Mayo en la Catedral Metropolitana, el presidente Javier Milei se trasladó a Plaza de Mayo para presenciar el tradicional cambio de guardia del Regimiento de Infantería 1 “Patricios”. La ceremonia, que también contó con la presencia de Karina Milei y miembros del Gabinete nacional, incluyó a las tres fuerzas armadas en un acto unificado que busca recuperar un vínculo histórico entre el poder político y la institución militar.

Bajo una niebla densa, Milei saludó con efusividad al regimiento formado en la explanada frente al Cabildo. En ese mismo lugar, hace más de dos siglos, nació el Ejército Argentino. La escena no fue casual: desde la Casa Rosada se ordenó concentrar todos los actos del 25 de Mayo en la Ciudad de Buenos Aires, con un marcado carácter simbólico e institucional.

Una ceremonia abierta y sostenida en el tiempo

Desde mayo del año pasado, el Ministerio de Defensa instauró que cada primer sábado del mes se realice públicamente la ceremonia de relevo de guardias. La particularidad es que ahora las tres unidades históricas del Ejército —los Patricios, los Granaderos a Caballo y el Regimiento de Artillería “Iriarte”— realizan juntas el traspaso de custodias frente a la Casa Rosada, el Cabildo y el Ministerio de Defensa.

En este caso, la ceremonia contó con el catecismo militar de los Patricios, desfile final y la Marcha de las Malvinas de fondo, mientras los soldados se dirigían a sus nuevas posiciones. Fue el primer acto oficial de Milei tras el Tedeum, y se interpretó como parte de una narrativa de fortalecimiento institucional y rescate de símbolos patrios.

El origen de los Patricios y su lugar en la historia argentina

El Regimiento de Infantería 1 “Patricios” fue creado el 15 de septiembre de 1806 por Cornelio Saavedra para defender Buenos Aires frente a las invasiones inglesas. Su bautismo de fuego fue el 5 de junio de 1807, y desde entonces protagonizó momentos clave en la historia argentina: la Revolución de Mayo, las campañas en el Alto Perú, la Banda Oriental, Paraguay y, más adelante, la Guerra de Malvinas y el combate de La Tablada en 1989.

Designados como escolta del jefe del Estado Mayor General del Ejército, su sede en pleno centro porteño los convierte en guardianes vivos de la memoria institucional del país.

Reivindicación militar y señal interna

Para el oficialismo, el cambio de guardia fue algo más que un homenaje a la historia: es parte de una estrategia de reconstrucción simbólica y política. Semanas atrás, el propio Milei fue distinguido como «granadero honorario» y recibió la Orden Ecuestre Militar de los Caballeros Granaderos de los Andes. La Oficina del Presidente difundió el evento con una imagen en la que se lo ve rodeado de su hermana Karina, el ministro de Defensa Luis Petri y oficiales, sobre un escudo que remarca los valores de “libertad”, “honor”, “valor” y “deber”.

Según explicaron desde el entorno presidencial, la decisión de concentrar el acto del 25 de Mayo en la capital federal, sin traslados ni anuncios, responde también a una estrategia de contención política. En un escenario de reacomodamiento de alianzas y tensiones dentro del espacio oficialista, Milei busca limitar su exposición y reforzar gestos de institucionalidad.

Un momento de reafirmación en plena transición nacional

Para el Gobierno, el mensaje no se agotó en lo ceremonial. Se inscribió en una lectura política que intenta recuperar los vínculos entre las instituciones, apelar a la memoria histórica y proyectar un modelo de ciudadanía comprometida. “Es hacer memoria y reivindicar el rol de las Fuerzas Armadas como parte del presente y el futuro de la Nación”, expresó el ministro Petri días atrás.

Se enmarca en una estrategia discursiva más amplia del Ejecutivo que busca consolidar un nuevo relato de Nación. En este sentido, la presencia de Milei frente a las tropas no solo honra las tradiciones, sino que apunta a construir una narrativa de orden, identidad y disciplina en un contexto político todavía incierto.