En medio del creciente malestar social por la situación económica de los adultos mayores, la Iglesia Católica argentina repudió los episodios de violencia frente al Congreso durante las últimas marchas de jubilados y exigieron al Gobierno de Javier Milei que cesen las represiones.
“Expresamos nuestro repudio a la represión de las fuerzas de seguridad sobre la multitud que se reúne frente al Congreso de la Nación cada miércoles, acompañando el legítimo reclamo de nuestros abuelos por la insuficiencia de sus haberes para afrontar el costo de la vida», señalaron en un comunicado conjunto, las comisiones de Pastoral Social y de Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal Argentina.
«La violencia nunca es la respuesta ante el ejercicio del derecho a reclamar que reconoce nuestra Constitución. Esa violencia es mucho más grave cuando se ejerce contra quienes reclaman por una injusticia grave, como la de reducir los haberes jubilatorios de nuestros mayores», insistieron los obispos de la Argentina en el documento.
El texto de los sacerdotes también incluye un pedido explícito al Gobierno de Javier Milei para que detenga la aplicación del protocolo antipiquetes en las movilizaciones de jubilados. «Pedimos que se suspenda toda forma de represión sobre quienes se movilizan y reúnen pidiendo justicia, permitiendo el libre ejercicio del derecho a reclamar», expresaron.
La Iglesia Católica pide una urgente recomposición de los haberes de los jubilados
Además, reclamaron la apertura urgente de una instancia de diálogo con todos los sectores sociales para encontrar una salida al deterioro del poder adquisitivo de las jubilaciones. «Ante el reclamo persistente de nuestros jubilados por mejoras en sus haberes pedimos que se convoque a todos los sectores representativos de la comunidad para resolver su delicada situación», manifestaron.
Las comisiones eclesiásticas insistieron: «El inicio de un diálogo es siempre la mejor respuesta ante un reclamo». También citaron al Papa Francisco: «Cuando la sociedad abandona en la periferia una parte de sí misma, no habrá programas políticos ni recursos policiales o de inteligencia que puedan asegurar indefinidamente la tranquilidad».
El mensaje concluye con una reflexión sobre el rol de la sociedad frente a sus mayores: «Toda la sociedad debe apresurarse a atender a sus ancianos —¡son el tesoro!— cada vez más numerosos, y a menudo también más abandonados». La Iglesia se suma así a las voces críticas contra la respuesta oficial a las movilizaciones por la situación de los jubilados.