La Ciudad de Buenos Aires (CABA) registró este domingo una de las participaciones más bajas en elecciones legislativas de los últimos 25 años: apenas el 53,3% del padrón se acercó a votar. El dato, confirmado con el 99,8% de las mesas escrutadas, encendió las alarmas y abrió un debate sobre el efecto del desdoblamiento electoral que propuso Jorge Macri, una estrategia que, lejos de movilizar al electorado, parece haberlo alejado de las urnas.
En comparación con los promedios históricos de la ciudad, que suelen ubicarse entre el 69% y el 85%, la cifra representa una caída drástica. El hecho de que se haya convocado a votar solo cargos legislativos locales en una fecha separada del calendario nacional puede haber generado desinterés, apatía o incluso confusión. En definitiva, la ciudadanía porteña no mostró el mismo compromiso que en otras oportunidades.
El dato final del 53,3% no solo representa un récord negativo para la Ciudad de Buenos Aires, sino que constituye la tasa de ausentismo más alta de toda su historia electoral en comicios generales, superando incluso los registros más bajos de principios de los 2000. Este nivel de participación no tiene precedentes en el distrito y deja una fuerte advertencia de cara al futuro.
Tasa de ausentismo histórico en CABA: la causa detrás del número decadente
La tendencia coincide con lo observado en varias provincias que desdoblaron sus elecciones este año. En Santa Fe, por ejemplo, la participación fue del 55,6%, en Chaco del 52% y en San Luis del 60%. Todos números bajos que son comparables con lo que ocurrió ahora en CABA. La experiencia reciente parece indicar que cuando se convoca a votar por fuera del calendario nacional y sin cargos ejecutivos en juego, la participación cae de forma sistemática.
El desdoblamiento favorece la fragmentación política y promueve estrategias de marketing electoral vacías de contenido, lo que contribuye aún más a la desafección. En un clima generalizado de malestar económico y desconfianza en la política, la idea de tener que ir a votar dos veces al año aparece como un factor disuasivo, sobre todo si el electorado no percibe que haya demasiado en juego.
El dato final del 53,3% no solo queda como un récord negativo para la Ciudad de Buenos Aires, sino que también deja una advertencia de cara al futuro: si el objetivo es fortalecer la democracia, es urgente repensar las formas en que se convoca y se motiva al electorado. Porque cuando se vota poco, lo que se pone en juego no es solo una banca legislativa, sino el propio vínculo entre la ciudadanía y el sistema político.
