La inflación no da tregua ni siquiera al plato más típico de los argentinos. En mayo de 2025, el precio de una docena de empanadas en la Ciudad de Buenos Aires generó tanto revuelo como una declaración de Ricardo Darín o una medida de Caputo. El aumento fue tan abrupto que en algunos locales ya supera los $43.000.
En lugares tradicionales como Güerrín, una empanada de carne cuesta $3.600, lo que eleva la docena a $43.200. En contraste, en otras zonas porteñas todavía se pueden conseguir desde $18.000, aunque cada vez son menos. La diferencia según barrio, variedad y tipo de local es notoria.
El consumo de empanadas se mantiene firme pese al contexto económico. En Rosario, la docena ronda los $21.000 a $25.000; en Córdoba, puede conseguirse por $4.000 hasta $16.250. Pero en barrios como Palermo o Recoleta, el promedio porteño escala por encima de los $30.000.
A esta alza contribuyen también las versiones gourmet: empanadas veganas, con masa de harina integral o rellenos premium como cordero, langostinos o trucha. Incluso el packaging o la inclusión de bebidas hacen que el combo completo llegue a precios impensados años atrás.
La empanada, símbolo nacional por excelencia, ya no es necesariamente accesible para todos. En esta nueva normalidad inflacionaria, su precio puede decir más de la economía que cualquier indicador oficial.
