Mientras el Gobierno nacional celebra lo que llama una “desaceleración histórica” en los índices de inflación, la percepción social está muy lejos de ese optimismo. Una encuesta reciente reflejó que ocho de cada diez personas consideran que los precios que consumen todos los meses no bajan, sino que siguen en aumento, a pesar del 2,8% que marcó el IPC de abril del Indec.
El dato surge de un relevamiento de la consultora Zubán Córdoba, que realizó dos preguntas clave para tomarle el pulso a la calle en medio del debate económico. El 57,7% de los encuestados respondió que sintió «mucho» el impacto de la inflación en su vida diaria durante los últimos cinco meses, y otro 21,9% afirmó haberlo sentido «moderadamente». Es decir, más del 70% reconoce que su poder adquisitivo está deteriorado.
El segundo dato es aún más contundente: el 82,6% de las personas aseguró que los precios que pagan por comida, servicios, alquiler o impuestos no están bajando. Solo un 15,2% sostuvo que percibe una baja. Lo curioso es que ese número es incluso menor al porcentaje de votantes que acompañó a Javier Milei en la primera vuelta presidencial, lo que indica que hasta parte de su base electoral admite que la inflación no afloja en la vida cotidiana.
Pese a estos resultados, el Presidente eligió festejar. Luego de la publicación del dato oficial de inflación de abril, Milei escribió en redes: «Les recuerdo que varios sicarios con micrófonos y econochantas decían que la tasa de inflación del mes de abril saltaría a niveles del 5% al 7%… El dato: 2,8%». En la misma publicación agregó con ironía: «A los que tengan ganas de divertirse les propongo que vayan y armen el archivo de mandriles».
La reacción presidencial no fue aislada. Funcionarios como el secretario de Finanzas, Pablo Quirno, se sumaron a la ofensiva burlándose en redes sociales de periodistas y economistas que habían proyectado un IPC más alto. La actitud contrastó con los números: ese 2,8% no solo es el segundo más alto en siete meses, sino que equivale a la inflación que tenía el país bajo la gestión de Martín Guzmán, pero ahora con un fuerte ajuste fiscal y salarios pisados.
El Gobierno nacional intercede en las paritarias para congelar los salarios y contener la inflación
Además, la inflación núcleo de abril fue del 3,2%, igual a la del mes anterior, lo que revela que los precios estructurales no ceden. Mientras tanto, el Gobierno interviene en paritarias para evitar aumentos por encima del 1%, como ocurrió con los gremios de Comercio, UOM y Alimentos. El resultado: los salarios reales siguen cayendo, y para muchas familias el sueldo ya no alcanza a cubrir los gastos básicos.
La encuesta y el contexto económico revelan una realidad incómoda para el oficialismo. Mientras desde la Casa Rosada se felicitan por la supuesta «desinflación», la gran mayoría de los argentinos percibe lo contrario. Los precios siguen altos, los ingresos se ajustan y el consumo no repunta. En este escenario, los festejos del Gobierno parecen cada vez más desconectados de la vida real.