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VIDA Y ESTILO

Otoño en los Valles Calchaquíes, una perfecta sintonía de malbec y torrontés

El malbec y el torrontés son vinos insignia de esta región del país.

Valles Calchaquíes

Malbec y torrontés, esa dupla que siempre da qué hablar tienen en el otoño un lienzo para expresar sus cualidades como pocas estaciones permiten. Con la estación llegan a los Valles Calchaquíes los platos tradicionales, en una sintonía inevitable con los clásicos de la zona, que invitan a degustar desde los cerros que invitan a la aventura.

El malbec y el torrontés son vinos insignia de los Valles Calchaquíes. Verdaderos sellos de la zona, deleitan a los visitantes. En clara alusión al turismo, la fisonomía del mismo cambia como lo hace el paisaje, que invita a caminar entre viñedos terrosos, con colores amarillentos, en clara alusión al reposo inminente de la vid.

En los Valles Calchaquíes todo es remanso, y los viajeros no buscan cantidad sino calidad. La profundiad reflexiva a la que invita el paisaje sugiere catar despacio, conversar lentamente, intercambiar opiniones con enólogos y productores, en una palabra entender el vino desde su origen.

La excelencia está dada no por la cantidad, sino exactamente por la calidad. Y de eso, los Valles Calchaquíes brinda desde hace mucho tiempo sobradas pruebas de por qué sus vinos ya son una marca registrada argentina, demostrando que esta zona en el norte del país ya es un destino en sí mismo y marca de una calidad indiscutible.

Bodega Mena Saravia, un claro exponente del mensaje vallisto

En Hualfín, Catamarca, la Bodega Federico Mena Saravia ofrece una de las versiones más fieles y elegantes del malbec de altura. Bajo la marca registrada de José Luis Mounier, su malbec con crianza en roble se presenta con notas de ciruela negra, cacao, hoja de tabaco y un fondo mineral que habla a las claras del suelo pobre y seco del Alto Valle.

Sus taninos firmes e integrados, hablan a las claras de una redondez excelentemente lograda. Es ahí donde se nota claramente dos virtudes que resaltan: la paciencia y el equilibrio. En un entorno mágico, el vino resalta por sus cualidades para acompañar platos que, como sus vinos, hablan de carácter y estilo. Tiene una crianza en barricas de roble francés de 12 meses. Posee un intenso color rojo con bordes violáceos, aromas a ciruelas, pimienta y especias. En boca es delicado y elegante, tiene buen cuerpo y volumen, suaves taninos y un final armónico y largo.

Delicias como la carne de llama braseada, las empanadas de cabrito o de carne vacuna y el locro encuentran en este vino un aliado que respeta sabores, da una vuelta de tuerca a la experiencia e invitan a maridaje perfecto. No es un vino de aperitivo: es un vino de mesa, de tiempo, de conversación.

La calidez del malbec de la Bodega Mena Saravia se corresponde con la tradicional finca, perteneciente a la misma familia desde el siglo XVII, que no produce en serie ni a gran escala. Cada botella habla de una relación íntima con el territorio, una prolongación histórica que elabora una referencia que va allá de lo sensorial. Efectivamente, es en el otoño, la estación de los colores, cuando la cocina mira a las brasas, el malbec de Hualfín, en el extremo de los Valles Calchaquíes, actúa en consonancia.

La llamada de los Valles Calchaquíes

A 183 km de la ciudad de Salta está Cafayate, ese reducto vitivinícola que nació como cuna de la uva criolla y despuntó emblema del torrontés y del malbec, esta vez en una versión vallista, con identidad, firme a la cultura de la cual proviene.

En este contexto, tenemos el malbec Altimus, de Bodega El Esteco, que se elabora con viñedos seleccionados, que mantiene una crianza prolongada en roble francés. Es un vino estructurado, con potencial de guarda, que plasma el otoño en la botella, con aromas a ciruela frescas, chocolate negro y pasas de uva.

También en la zona de Cafayate, la bodega Yacochuya tiene su malbec, nacido de la colaboración entre Michel Rolland y la familia Etchart, que ofrece concentración y elegancia. También es un vino de altura, ya que sus viñedos están a más de 2000 metros de altitud, tiene una crianza de 17 meses en barricas de roble francés nuevo. Posee aromas a frutos del bosque, notas tostadas y a tierra húmeda.

No nos olvidamos de la bodega Colomé, en Molinos, que tiene el viñedo más alto de la Argentina y uno de los más altos del mundo, con su malbec Altura Máxima, que se destaca por una intensidad aromática, acidez vibrante, a lo que la altura le da una expresión mineral característica.

Una selección de lo mejor del Valle Calchaquí de la mano de los renombrados vinos de Hualfín, Cafayate, Yacochuya y Molinos, una antesala a verdaderos placeres de altura. Haciendo honor a la tradición de la Bodega Mena Saravia, la altura de Colomé y la identidad de Yacochuya. Geográficamente, lo mejor, y en rigor, una clara muestra de cómo la tierra del Valle Calchaquí florece en destellantes cepas que confieren la identidad de sus vinos.