En medio de la debacle electoral del PRO en la Ciudad de Buenos Aires, donde el partido amarillo quedó relegado al tercer lugar, María Eugenia Vidal, jefa de campaña y principal estratega en esta contienda, evitó asumir culpas, minimizó el resultado y reafirmó su postura de mantener la identidad del espacio. «No creo que el PRO esté terminado», aseguró Vidal sin dar señales de que el golpe electoral la haya hecho replantearse su estrategia.
Vidal evitó hacer autocrítica profunda, pero lanzó indirectas: «No hay que ir corriendo con el que gana», expresó en una entrevista para Radio La Red en clara referencia al debate interno del PRO sobre un posible acercamiento a La Libertad Avanza. La exgobernadora de Buenos Aires sigue firme en su rechazo a aliarse con el espacio de Javier Milei, pese a que la mayoría del electorado de derecha ya parece haber migrado en esa dirección.
Lejos de interpretar el mensaje de las urnas como un llamado a repensar el rumbo, Vidal optó por defender el legado del PRO y apuntar contra su rival interno: Horacio Rodríguez Larreta. Aunque sin mencionarlo, cuestionó las decisiones políticas que llevaron al PRO a diluirse entre candidaturas sin rumbo y disputas internas. Así, buscó correrse del fracaso pero sin ofrecer una salida concreta.
El PRO insiste en hacerle la contra a La Libertad Avanza y al kirchnerismo
Mientras sectores del PRO piden reconstrucción, unidad o fusión con La Libertad Avanza, Vidal insiste con una idea que suena cada vez más aislada: resistir desde una estructura partidaria golpeada, que ya no representa el entusiasmo que tuvo en su época dorada. La jefa de campaña prefiere hablar de “reflexión” dentro del espacio, pero no da señales de apertura ni renovación.
En el entorno libertario, la actitud de Vidal se mira con desconcierto. Mientras figuras como Mauricio Macri ya hablan con naturalidad del reacomodamiento de fuerzas en la derecha, ella permanece anclada a una lógica de hace cinco años, sin registro del nuevo mapa político. Su negativa a acercarse a LLA no solo la aleja del electorado joven y desencantado, sino que también pone un techo bajo al futuro del PRO.
Pese a que no fue candidata, Vidal fue quien encabezó la campaña porteña, y su liderazgo en esta elección fue claro. Por eso, su insistencia en mantener el status quo dentro del PRO deja a muchos militantes preguntándose si el partido está en condiciones de volver a ser competitivo. La falta de autocrítica y la negación de la realidad parecen haberla convertido en una figura que resiste los cambios más por convicción personal que por estrategia política.