En un escenario político atravesado por el auge del discurso meritocrático y el capitalismo del sálvese quien pueda, la explosión de ventas de El Eternauta en la Feria del Libro 2025 se convierte en mucho más que un fenómeno cultural: es también un inesperado acto de resistencia colectiva. La emblemática historieta de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López, que narra la historia de un grupo de sobrevivientes en una Buenos Aires arrasada por una nevada mortal, vuelve a interpelar a la sociedad con una pregunta central: ¿puede alguien salvarse solo?
Desde el estreno de la serie producida por Netflix, dirigida por Bruno Stagnaro y protagonizada por Ricardo Darín, la demanda del libro se disparó. Se agotó en los stands de Planeta, la editorial que lo publica, así como en comiquerías y librerías del predio de La Rural. «Lo ponés y vuela», sintetizó un vendedor del stand HD. En medio de una gestión gubernamental que promueve el recorte cultural bajo la consigna de que el Estado no debe financiar lo que no es rentable, el fervor por esta obra plantea una paradoja incómoda para los libertarios: El Eternauta es una celebración del valor colectivo frente a la catástrofe, en las antípodas del individualismo.
Como si fuera una respuesta espontánea a la meritocracia individual que predican los sectores más ortodoxos del liberalismo actual, el mensaje fundacional del Eternauta —»nadie se salva solo»— retoma fuerza entre nuevas generaciones. La charla del viernes en la Feria, titulada “El Eternauta, la serie: del cómic a la pantalla”, con presencia de Bruno Stagnaro y Martín Oesterheld, promete ser uno de los eventos más concurridos del año. No sólo por el éxito de la serie, sino por la vigencia política del relato, que incomoda a quienes reducen el Estado a una planilla de Excel.
El peronismo se hace eco del Eternauta
El camión de Netflix, intervenido con estética de la serie, también se volvió una atracción en sí misma. Fanáticos y curiosos hacen fila para sacarse fotos con los «cascarudos» y recibir pósters. En ese mismo espacio, la historieta que alguna vez fue levantada por el kirchnerismo con la imagen del Nestornauta vuelve al centro del debate cultural. «Para la militancia peronista El Eternauta siempre existió; para el resto de la sociedad, no», reflexionó un librero, reconociendo que el renacer del interés se da ahora de la mano del consumo masivo, pero mantiene intacto su ADN político.
El profesor uruguayo Ibéro Laventure lo resume con lucidez: «La versión de Breccia fue más política incluso que la original. La serie toma algo de eso. Pero para mí lo más fuerte es la idea de comunidad. Frente a la muerte, la única salida es colectiva. En eso, Oesterheld fue un visionario». Y no es un dato menor que quien diga esto sea un visitante extranjero. El Eternauta, convertido ahora en serie global, exporta desde la Argentina una narrativa en la que el otro no es una amenaza, sino la única posibilidad de salvación.
El Eternauta demuestra que hay valores que no cotizan en bolsa pero siguen movilizando a miles. Cultura, memoria, comunidad, resistencia: la historieta que nació en las páginas de Hora Cero hoy se resignifica como un acto político en sí mismo. Y pone sobre la mesa una certeza tan antigua como urgente: cuando todo parece perdido, sólo la solidaridad puede salvarnos.