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POLÍTICA

El PRO se fractura en el Congreso y pone en riesgo el respaldo al veto presidencial de Javier Milei

El oficialismo no tiene garantizado el tercio necesario en Diputados para sostener el rechazo presidencial. Las tensiones ponen en riesgo la estrategia libertaria.

Veto
Senadores de Unión por la Patria presentaron un proyecto para que funcionarios repatrien el 50% de sus fondos en el exterior o renuncien.

El bloque del PRO atraviesa una de sus crisis más evidentes desde su irrupción nacional. Con la derrota en su bastión porteño aún fresca y sin una conducción clara, la fuerza que fundó Mauricio Macri mostró en el Congreso una fragmentación que no solo expone internas, sino que además amenaza con debilitar el principal sostén legislativo del Gobierno: el llamado “bloque veto”.

Durante la última sesión en la Cámara de Diputados, mientras la oposición lograba media sanción para el nuevo ajuste jubilatorio, una imagen resumió la fractura: la bancada del PRO, con 35 miembros, no alcanzó ni siquiera las dos terceras partes de presencia en el recinto. Muchos permanecieron en sus despachos y algunos directamente se ausentaron.

Abstenciones, ausencias y votos divididos

La disidencia se volvió tangible en los votos. Veintidós legisladores rechazaron el proyecto, pero uno —Héctor Baldassi— votó afirmativamente, mientras que nueve se abstuvieron. Entre ellos, nombres como Silvia Lospennato, Luciano Laspina y María Eugenia Vidal, que decidieron participar sin avalar la postura oficial del bloque.

La señal fue clara: parte del PRO bajó solo para marcar distancia con su propio espacio. La explicación llegó a través de un diputado que prefirió mantenerse en reserva: “Hay cansancio moral. Pasamos de garantizar gobernabilidad a tener que rogar por el Garrahan. No hay estrategia, ni diálogo político real”.

En paralelo, el Gobierno observa con atención este cambio de conducta en el bloque aliado. La situación pone en entredicho la solidez de los “87 héroes” que sostuvieron los vetos presidenciales a lo largo de 2024.

El quiebre que no se anima a formalizarse

Si bien aún no hay una ruptura formal, los gestos son cada vez más contundentes. El bloque comienza a delinear subgrupos definidos: uno que ya juega abiertamente con La Libertad Avanza, otro que coquetea con una tercera vía y un núcleo que intenta mantener las formas, aunque ya no garantiza obediencia legislativa.

Cristian Ritondo y Diego Santilli, dos de las espadas más visibles del PRO, continúan en negociaciones con Karina Milei y Sebastián Pareja, apuntando a una eventual coalición en Buenos Aires. Pero sin una demanda electoral clara ni una oferta concreta de armado nacional, el movimiento parece quedarse en gestos sin estructura.

La amenaza al “bloque veto” y el cálculo de los gobernadores

El mayor riesgo para el oficialismo se asoma en el horizonte: la posible caída del “bloque veto” en caso de que el Senado apruebe los proyectos con media sanción. Con la oposición decidida a avanzar, y con un oficialismo que necesitará los dos tercios para sostener un eventual veto presidencial, cada voto cuenta.

“Habrá que ver cómo se comportan los 9 que se abstuvieron y los 3 que no estuvieron. Uno de ellos, Álvaro González, casi seguro no acompaña. Pero también hay que mirar los movimientos de los aliados provinciales, como los tucumanos, cordobeses o sanjuaninos”, señaló un diputado libertario.

En ese tablero, los gobernadores se posicionan como actores clave. Con elecciones provinciales en el calendario y demandas locales en aumento, su respaldo al Ejecutivo podría tener un costo alto o incluso no llegar. La puja entre lo institucional y lo electoral vuelve a jugar un rol central.

El PRO, sin liderazgo ni destino claro

Sin un liderazgo firme y con una base electoral erosionada, el PRO parece navegar sin brújula. La pérdida de protagonismo en CABA, sumada a la falta de renovación interna y a la fuga de referentes hacia LLA o proyectos personales, lo alejan de cualquier centralidad política.

El Gobierno, mientras tanto, toma nota. La dispersión del macrismo abre espacio para fortalecer alianzas con sectores más leales o confiables. En un Congreso polarizado, sostener el veto presidencial será clave para avanzar con el programa de reformas. Pero cada fractura, cada abstención y cada gesto ambiguo vuelve más difícil esa misión.