Después de más de un año fuera del foco, Ricardo Centurión volvió a brillar con luz propia. Su presente en Oriente Petrolero, club de la Primera División de Bolivia, no solo lo muestra vigente dentro del campo con goles decisivos, sino también con un tono emocional renovado, alejado del escándalo y enfocado en la reconstrucción personal. Desde su llegada al país altiplánico, el ex jugador de Boca, Racing y San Lorenzo encontró lo que parecía haber perdido: ganas, motivación y fútbol.
A los 31 años, el Wachiturro transita una etapa tan impensada como necesaria. Luego de su último partido oficial con Barracas Central en abril de 2023, cayó en un pozo emocional que lo alejó de todo. “Desaparecí del fútbol por un tema personal. No la pasé bien”, reveló en una reciente entrevista, y agregó: “No me había olvidado de jugar al fútbol, pero sí de lo que es la vida”. Su testimonio fue crudo, sincero, y mostró las cicatrices invisibles que deja la presión y la exposición en el fútbol argentino.
“Cuando uno las busca, las cosas buenas llegan”
En plena remontada, Centurión se animó a participar del clásico Ping Pong de TikTok que circula entre influencers deportivos. Allí dejó respuestas emotivas, como su recuerdo más feliz al haber sido citado a la Selección Argentina mayor, y también futboleras: su gol preferido lo anotó jugando para San Pablo, desde el vértice izquierdo del área, con un zurdazo imposible que se clavó en el ángulo. Aunque no recuerda con exactitud si fue por torneo local o Copa, lo guarda como una joya personal.
Pero lo que más resonó fue su mensaje de resiliencia. “Lo mejor es que uno siempre se pueda levantar día a día, enfrentar la vida, pelearla y lucharla. No dejarse caer nunca”, dijo. Y remató con una frase que hoy lo representa más que nunca: “Las cosas buenas, cuando uno las busca, llegan”. En Bolivia no solo encontró minutos y ritmo: también recuperó algo más valioso, su autoestima.
Un golazo, una victoria y un envión anímico
En su última aparición con Oriente Petrolero, Centurión fue figura en la victoria por 3 a 1 ante Guabirá. A los 10 minutos marcó el primer tanto con una definición certera, luego del empate de Peredo Ortiz. Después llegaron los goles de Cristaldo y Nava, en una noche soñada para el equipo, que ahora suma nueve puntos en ocho fechas y lucha por salir del fondo de la tabla. En su próximo compromiso, deberán visitar a Nacional Potosí, un rival directo en la pelea por no caer al descenso.
Más allá del resultado, lo que dejó esa actuación fue otra confirmación: Centurión está entero. El jugador que alguna vez estuvo en la órbita de Jorge Sampaoli para el Mundial de Rusia 2018, hoy vuelve a competir con el deseo renovado. “Las ganas se me habían ido… Pero siempre creí en mí”, confesó.
El fútbol como salvavidas emocional
Las declaraciones posteriores a su regreso no giran en torno al físico, ni al rendimiento. Hablan de identidad, de vacío, de búsqueda y también de fe. “Cuando ya no le encontrás sentido a lo que gira todo en tu mundo, ahí sentís que los brazos empiezan a bajar”, reconoció. “Sentía que esto era una ola en mi vida. Si fue larga o corta lo veré, pero ahora estoy comprobándome”.
Centurión está de vuelta. No como aquel joven díscolo que deslumbraba con su gambeta en Avellaneda o encendía titulares por fuera de la cancha. Esta vez, su historia no se escribe con escándalos ni promesas incumplidas. Se escribe con silencios superados, goles importantes y reflexiones profundas. El fútbol, una vez más, le tendió la mano. Y él la agarró.