La figura de Mauro Icardi vuelve a estar en el centro de la polémica, esta vez por su negativa a autorizar que sus hijas Francesca e Isabella, fruto de su relación con Wanda Nara, reciban acompañamiento psicológico. Según trascendió, las niñas habrían manifestado un rechazo explícito hacia su padre, motivo por el cual expertos consideran fundamental una intervención profesional para abordar el conflicto emocional que atraviesan.
El conflicto familiar escaló al punto de requerir la intervención de organismos especializados, que ya activaron un protocolo de revinculación. Este proceso incluye entrevistas con psicólogos infantiles, evaluaciones continuas y seguimiento emocional. No obstante, sin el consentimiento de Mauro Icardi, todas estas acciones quedan paralizadas, bloqueando cualquier avance que pudiera beneficiar la salud mental de las menores.
Según la periodista Laura Ubfal, desde el entorno de Wanda Nara sostienen que su prioridad es proteger a Francesca e Isabella, y que la empresaria ha manifestado en reiteradas ocasiones su profunda preocupación por el impacto emocional que esta falta de comunicación y contención puede generar a largo plazo en sus hijas.
Mientras tanto, Icardi deberá reincorporarse al Galatasaray el próximo 4 de julio, fecha en la que se espera que regrese a Turquía para iniciar la pretemporada con el club. En paralelo, Ubfal reveló que el futbolista y la actriz China Suárez estarían buscando casa y colegio en Estambul para los hijos de ella, lo que indica un paso importante en su relación y suma tensión a la situación familiar.
Esta decisión de Mauro Icardi, que limita el acceso de sus hijas a una herramienta esencial como la terapia, profundiza aún más la distancia afectiva. Las niñas no solo enfrentan la ausencia física de su padre, sino también señales de un aparente desinterés por reconstruir el vínculo familiar. El caso genera un creciente malestar público y deja planteada una pregunta urgente: ¿quién protege el bienestar emocional de Francesca e Isabella?
