Victoria Villarruel continúa con una profunda reestructuración en el Senado que ya tomó forma de purga interna. En las últimas horas, una resolución oficializó el despido de una docena de empleados que habían ingresado de su mano al Congreso como parte del grupo de jóvenes militantes conocidos como los “Villarruelines”. La mayoría integraba la Oficina de Atención Ciudadana, que ya fue desmantelada tras la salida de su titular, Juan Martín Donato.
La decisión se suma a una serie de cambios en cargos estratégicos y muestra un giro en el círculo de confianza de la vicepresidente, ahora conformado por perfiles más vinculados a sectores conservadores, militares retirados y asesores con pasado en Inteligencia.
Tensión con la Casa Rosada y un nuevo armado político
Desde el entorno de Villarruel aseguran que el objetivo de estos movimientos es recomponer vínculos con el Gobierno nacional, en especial con Karina Milei. Reconocen que la relación con el presidente Javier Milei está completamente cortada y que los contactos actuales son “por cuestiones fútiles”.
Sin embargo, desde sectores críticos aseguran que el verdadero trasfondo de la purga es el armado de una estructura propia de cara a una eventual candidatura, incluso con miras al 2027. Para estos sectores, los despidos reflejan una ruptura cada vez más profunda con el oficialismo y un intento por posicionarse como alternativa interna en el ecosistema libertario.
El nuevo “Triángulo de Hierro” de Villarruel
En esta nueva etapa, emergen tres figuras clave en el rediseño interno del Senado. El primero es el general retirado Claudio Gallardo, que ocupa la Dirección General de Seguridad. Le sigue María Eugenia Tasende, directora de Auditoría y Control de Gestión. A ellos se suma el comunicador Mario Russo, actual director general del cuerpo de asesores de la presidencia del Senado, quien también trabaja en recomponer el vínculo con la hermana del Presidente.
Russo, que llegó a ser vinculado con Guillermo Moreno, se atribuye haber ideado la fórmula Milei-Villarruel y acuñado el concepto de “la casta”. Su presencia no pasa desapercibida y representa un nuevo enfoque en la estrategia comunicacional de la vicepresidenta.
Un entorno más cerrado y cuestionado
Otra figura en ascenso es Iris Speroni, que hasta la semana pasada encabezaba el área de Auditoría y Control de Gestión y ahora está al frente de Relaciones Institucionales. Se la identifica como una dirigente de línea conservadora dura y cercana a Gallardo y Tasende. Desde redes sociales, comenzó a recibir acusaciones por presunto antisemitismo, lo que la llevó a restringir el acceso a su perfil en X.
Con este nuevo esquema, Villarruel consolida un núcleo de conducción más hermético y con mayor impronta ideológica, alejándose del grupo joven que la acompañó en el inicio de su gestión.
Quiénes son los “Villarruelines” desplazados
Entre los cesanteados figuran nombres como Iván Dorensztein, Facundo Pappa, Agustín Barbeito, Tomás Barrionuevo Moragues, Fabio Zilberman, Sofía Kasirer, Javier Naveira Rodríguez, Bruno Romero, Ramiro Cura, María Belén Fernández, Matías Solari Barrios, María Florencia Anhielo, Abril Fernández Soto y Priscila Albornoz.
La mayoría reportaba directamente a Donato, el exjefe de la Oficina de Atención Ciudadana, y fueron claves en la llegada de Villarruel al Senado. Su desplazamiento deja en claro que el armado original quedó completamente desmantelado.