Tras la contundente derrota del oficialismo en el Senado, la atención política se traslada ahora a la Cámara de Diputados, donde la disputa por los vetos de Javier Milei promete una pulseada aún más compleja. Los bloques opositores más duros no sólo buscarán insistir con las leyes aprobadas por el Senado, sino que también intentarán derribar la alianza de los 87 diputados que blindaron al presidente en votaciones anteriores. Sin embargo, las dudas comienzan a crecer entre las propias filas opositoras.
Los principales temores giran en torno a los gobernadores que se muestran cercanos al oficialismo. Alfredo Cornejo (Mendoza), Rogelio Frigerio (Entre Ríos) y Leandro Zdero (Chaco) están en la mira por la actitud de sus senadores, que no acompañaron los proyectos sobre jubilaciones, discapacidad ni reparto de fondos coparticipables. A ellos se suman mandatarios como Hugo Passalacqua (Misiones) y Gustavo Sáenz (Salta), quienes también tejen acuerdos silenciosos con la Casa Rosada.
Gobernadores bajo sospecha
Desde Encuentro Federal, el bloque que preside Miguel Ángel Pichetto, advierten que no se avanzará con nuevas sesiones especiales hasta tener garantías de que todos los gobernadores jugarán a fondo. «No vamos a poner la cara mientras algunos arreglan por abajo», señalan con bronca.
Las sospechas se fundamentan en lo ocurrido en el Senado. Mariana Juri y Rodolfo Suárez, legisladores alineados con Cornejo, ni siquiera se presentaron a votar proyectos que el propio mandatario firmó con sus pares provinciales. Algo similar ocurrió con Víctor Zimmermann (Chaco) y Stella Maris Olalla (Entre Ríos), cercanos a Zdero y Frigerio respectivamente.
En el caso de Frigerio, su prescindencia llama aún más la atención. Fue uno de los impulsores de los proyectos que apuntan a recuperar fondos para su provincia, pero ahora se muestra replegado. Según algunos legisladores, busca cerrar un acuerdo electoral con los libertarios de Entre Ríos. “Si desde la Casa Rosada lo endulzan con obra pública o más fondos, lo quiebran fácil”, deslizó un diputado que lo conoce bien.
La estrategia oficialista
El Gobierno juega a dividir. Karina Milei mantuvo reuniones con varios gobernadores con el objetivo de desactivar cualquier ofensiva legislativa hasta octubre. La foto con el salteño Gustavo Sáenz en la Casa Rosada es sólo una muestra de las tratativas que se acelerarán en agosto, cuando se definan alianzas y listas para las elecciones.
En la Cámara de Diputados, el oficialismo cuenta con un grupo de 87 diputados que blindaron sus vetos en otras votaciones clave, como la movilidad jubilatoria o el financiamiento universitario. Ese número representa un tercio de la cámara, suficiente para impedir que el Congreso revierta un veto presidencial.
Lo que está en juego
La oposición intentará insistir en tres leyes: el aumento para jubilados (incluye un 7,2% pendiente por la inflación de enero y un bono de $110.000), la emergencia en discapacidad (hasta 2026, con actualización de aranceles y pensiones), y el reparto de fondos coparticipables retenidos por Nación. Todas cuentan con mayoría simple, pero no alcanzaron los dos tercios necesarios para blindarlas frente a un veto.
Para revertir esa situación, los opositores deberán recuperar a los ausentes y a quienes se abstuvieron. Saben que en ese grupo hay muchos descontentos con el destrato de la Casa Rosada. Pero también hay quienes esperan algo más que un gesto: esperan recursos, obras, favores.
La partida recién empieza, pero en Diputados se cocina la verdadera batalla por el poder político. Y el resultado dependerá, una vez más, de la ambición y la lealtad de los gobernadores.