La tensa sesión en el Senado que aprobó la reforma previsional y la declaración de «Emergencia en Discapacidad» provocó una reacción virulenta de parte del oficialismo y sus voceros digitales. Mientras desde la Casa Rosada se denunciaba un supuesto «golpe institucional», reconocidos influencers libertarios llamaban desde las redes sociales a «sacar los tanques a la calle» y «dinamitar el Congreso«.
Lejos de cualquier respeto por la democracia representativa, las voces más visibles del oficialismo digital apelaron a metáforas militares, insultos personales y amenazas abiertas. Entre ellos se destacaron el streamer Daniel Parisini (@GordoDan), el militante digital Fran Fijap y el creador de contenido «El Trumpista». Todos coincidieron en su desprecio por el Parlamento, con mensajes que incluyeron llamados a cerrar el Congreso con diputados adentro o armar milicias ciudadanas.
Funcionarios del Gobierno nacional se sumaron a la violencia a través de las redes sociales
Lo más grave es que este tipo de declaraciones no sólo quedaron en manos de influencers sin cargo público. Funcionarios como el director nacional de Comunicación Digital, Juan Pablo Carreira, y el diputado bonaerense Agustín Romo, también se sumaron al ataque contra el Poder Legislativo. Carreira incluso sugirió que la senadora de Unión Ciudadana, Juliana Di Tullio, debía ser internada en un manicomio con un tono despectivo y estigmatizante.
El comportamiento del ecosistema libertario deja en evidencia una contradicción profunda: quienes se presentan como defensores de la libertad son, en los hechos, intolerantes frente a cualquier límite institucional. Frente a una sesión parlamentaria legítima con quórum, mayoría y cumplimiento reglamentario, respondieron con violencia verbal, amenazas y teorías conspirativas.
Los proyectos aprobados incluyen medidas de alivio para sectores vulnerables, como jubilados sin aportes suficientes y personas con discapacidad. Aun así, el Gobierno optó por desconocer la validez de la sesión y anunciar vetos. Al mismo tiempo, sus voceros digitales azuzan el odio contra legisladores y opositores, en una dinámica peligrosa que busca debilitar el poder del Parlamento y concentrar la autoridad en el Poder Ejecutivo.
Desde la oposición, dirigentes como Mayra Mendoza y Myriam Bregman salieron al cruce. «Se llama democracia, Fran», le respondió la intendenta de Quilmes a Fijap. «Golpista es el otro», le dijo Bregman a Parisini. También la senadora Di Tullio anunció que iniciará acciones legales contra los libertarios que incitaron a la violencia. Sin embargo, desde el oficialismo nadie condenó los exabruptos: ni un solo llamado a la prudencia, ni una señal de autocontrol.




