El dolor se apoderó de todos en los últimos días, luego de que se confirmara la muerte de la Locomotora Oliveras tras haber sufrido un ACV isquémico y luchar por su vida durante catorce días en el hospital Cullen de Santa Fe. Ahora fue en el programa de Georgina Barbarossa de Telefe, donde sus hijos Alejandro y Alexis se mostraron devastados.
En primera instancia, se manifestaron sobre la denuncia que hizo un fisicoculturista para que se investigue si la boxeadora consumía anabólicos, motivo por el cual se frenó la cremación. «No cambia en nada para la gente. A nosotros sí nos cambia. En esta instancia no se debería llevar a cabo ninguna autopsia porque hay una denuncia tipo falsa. Tenemos una mezcla de sentimientos, bronca, impotencia. Eso es lo que más nos duele. Al denunciante, dé el resultado que dé, no le cambia en nada. A nosotros sí. Estamos tristes y no podemos ejercer el duelo. No puede descansar en paz nuestra madre. Eso nos duele y no tiene una penalidad para el denunciante», expusieron.
Fue en ese momento cuando Alexis habló sobre cómo encontró a su mamá el día en el que sufrió el ACV. «Estaba yo. Vivimos al lado en dos departamentos pegados. Yo la encontré el lunes 14 a las 7:15 AM porque la tenían que llevar a la peluquería porque tenía que ir a la convención en la Legislatura. La encontré al lado de la cama y actúe rápidamente. Llamé a mi hermano, al doctor que la había operado anteriormente, a la ambulancia, al vecino que me ayudó a cargarla. Fue muy rápido todo», aclaró.
«Estaba como entre dormida y despierta. Esa sensación. A nivel clínico como si estuviera sedada. Hablaba balbuceando porque tenía la mitad de su cuerpo paralizado. Y hasta ese momento no tenía idea qué le pasaba. Estaba todo perfecto, te despedís a la noche de tu mamá y tocás la puerta, no te atiende… hice una copia de llave, fue rápidamente a buscar las copias y ahí me encontré con lo que acabé de contar recién. Llamé a Alejandro y estaba muy alterado, estaba por rendir un examen y lo llamé igual», aseveró Alexis.
«Yo justo estaba en Buenos Aires estudiando Periodismo y estaba por dar un final de cuatrimestre. Dos minutos antes de entrar al examen me llama mi hermano, di el examen como pude y ahí nomás me vine para Santa Fe y me encuentro con todo esto. Algo feo, sorpresivo, inesperable, un golpe muy fuerte para todos», manifestó Alejandro, el otro hijo de la Locomotora Oliveras. «Para nosotros es un honor además de ser nuestra madre, charlar con ella. Es como tener un maestro día y noche. Era un honor escucharla hablar, así como para la gente que aprendía mucho, nosotros como hijos todo el tiempo aprendíamos cosas diferentes», expuso su hermano.
«Teníamos una relación muy cercana. Además de la relación de madre e hijo, nosotros trabajamos con ella y estábamos constantemente pendiente uno del otro. Tomábamos un cafecito a la mañana, mi hermano entraba mucho con ella, yo también. Salíamos a correr, paseábamos al perro, hablábamos de trabajo. Era una relación muy linda», sentenciaron.