A menos de una semana del vencimiento del plazo judicial para la inscripción de alianzas, el expresidente Mauricio Macri tomó el timón del PRO y encabezó una reunión clave con las autoridades provinciales del partido. El objetivo: ordenar el tablero político de cara a las elecciones nacionales del 26 de octubre, en un contexto de tensiones crecientes con La Libertad Avanza y de conflictos internos en distritos estratégicos como Córdoba y la Ciudad de Buenos Aires.
La cumbre, que se desarrolló de forma virtual desde el Consejo Nacional del PRO, expuso tanto las urgencias electorales como las disputas sin resolver dentro del espacio fundado por Macri hace dos décadas. El expresidente, informó NA monitorea personalmente la ingeniería electoral provincial y busca evitar nuevas fracturas en un partido que, desde las elecciones de mayo, no logra consolidar una estrategia común.
Uno de los puntos más sensibles del encuentro fue la Ciudad de Buenos Aires, donde el acuerdo con los libertarios aún no fue sellado. La negociación quedó trunca tras la derrota del PRO en su bastión histórico, y ahora Macri deberá definir junto a su primo y actual jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, cuál será la estrategia para no repetir errores y lograr una alianza que evite una nueva sangría de votos hacia el espacio de Javier Milei.
A este panorama se le suma el conflicto judicial en Córdoba, donde un reciente fallo anuló la intervención dispuesta por la conducción nacional del PRO. La resolución fue celebrada por referentes locales como el diputado Oscar Agost Carreño, quien no dudó en enviarle un mensaje directo a la cúpula macrista:
“Tan pronto como sea posible, convocaremos a elecciones partidarias con una Junta Electoral elegida por sus pares en Córdoba, no designada a dedo desde Buenos Aires”, escribió el legislador en redes sociales.
El caso cordobés expone la falta de cohesión interna y la resistencia de algunos sectores a lo que consideran una conducción centralista por parte de Macri. Con un calendario electoral que avanza y alianzas que aún no terminan de cerrarse, el expresidente busca recuperar protagonismo y blindar al PRO ante una posible ola de fugas hacia otros espacios, en especial el de La Libertad Avanza, que viene seduciendo a sectores del electorado de centroderecha.
Mientras tanto, la base partidaria espera definiciones. Con el 7 de agosto como fecha límite, Macri deberá demostrar si aún tiene el poder de articulación necesario para reconstruir la unidad del PRO y liderar una estrategia competitiva en un escenario dominado por el avance libertario y la dispersión opositora.
En silencio, pero con gestos firmes, Macri vuelve a escena. El juego electoral ya empezó.