La rivalidad entre Carlos Alcaraz y Novak Djokovic ya no se limita al tenis. También se disputa en el terreno financiero, donde el joven español de apenas 21 años logró destronar al serbio como el tenista mejor remunerado del mundo. Según reveló Forbes, el murciano acumuló ingresos totales por 42 millones 300 mil dólares en los últimos doce meses, superando al múltiple campeón de Grand Slams.
Esa astronómica cifra se desglosa en 10 millones 300 mil dólares en premios por torneos disputados y otros 32 millones provenientes de acuerdos publicitarios, patrocinantes y campañas con grandes marcas como Nike, BMW y Rolex. Su crecimiento comercial parece ir tan rápido como su evolución deportiva, y su nombre ya es sinónimo de proyección global y rentabilidad asegurada.
Por el lado de Djokovic, el impacto económico no es menor. Con 37 millones 200 mil dólares en el mismo periodo, el serbio sigue estando en lo más alto de la élite. En su caso, obtuvo 12 millones 200 mil dólares dentro de la cancha, y 25 millones gracias a contratos con marcas exclusivas como Lacoste, Asics y Hublot, que lo mantienen vigente a pesar de su veteranía.
Dos generaciones, dos modelos de negocio
Más allá del talento y los títulos, la historia entre Alcaraz y Djokovic refleja un cambio de era. Uno representa el cierre de una etapa dominada por mitos como Federer y Nadal, mientras que el otro encarna el inicio de un nuevo ciclo lleno de expectativas. Aunque sus estilos y edades son diferentes, ambos comparten una ambición sin techo: ganar dentro y fuera del court.
La juventud de Alcaraz juega un rol clave en su atractivo. Su carisma, explosividad y frescura lo hacen irresistible para las marcas que buscan conectar con el público más joven. De seguir así, todo indica que sus ingresos podrían dispararse en los próximos años, consolidándolo como el rostro principal del tenis del futuro.
Djokovic, el maestro del tiempo
A sus 38 años, Djokovic entiende que su carrera está más cerca del final que del inicio. Sin embargo, ha sabido mantener su influencia y prestigio intactos. Ya no arrasa como antes, pero cada torneo que disputa es una nueva página en su legado. Y mientras sigue compitiendo, su nombre sigue generando valor para los sponsors que aún apuestan por su figura.
Esta batalla económica entre presente y futuro promete seguir escalando. Alcaraz, con su imagen en ascenso, y Djokovic, con su historia gloriosa, protagonizan una transición única en la historia del tenis. La competencia ya no solo se mide en sets: también se libra en contratos millonarios, campañas globales y la lucha por convertirse en el rostro más valioso del deporte.