El Gobierno de Pedro Sánchez volvió a quedar envuelto en un nuevo escándalo, esta vez vinculado a graves denuncias de acoso sexual que forzaron la renuncia de uno de sus colaboradores más cercanos. Francisco “Paco” Salazar, hasta ahora secretario general de Coordinación Institucional y dirigente del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), dimitió tras la publicación de un informe de elDiario.es que recoge testimonios de exsubordinadas que trabajaron con él en la sede de Gobierno de La Moncloa.
Las acusaciones lo señalan como autor de un patrón de conductas impropias en el ámbito laboral: desde comentarios sexuales y propuestas fuera de lugar hasta mensajes con invitaciones a cenar y quedarse a dormir en su casa. El escándalo estalló cuando ya se preparaba su desembarco en la conducción del PSOE como adjunto a la secretaría de Organización.
Un entorno donde “no se recomendaba quedarse a solas”
La denunciante principal, identificada bajo el nombre ficticio de “Lidia”, aseguró haber recibido advertencias apenas ingresó al equipo de Salazar. “Me avisó hasta un compañero: que no me quedara sola con él en el despacho”, declaró. Según su relato, el funcionario la sometió a comentarios sobre su cuerpo, insinuaciones constantes y presiones para aceptar encuentros fuera del trabajo.
“Primero fueron miradas incómodas, luego mensajes insistentes para quedarme después de hora, cenar con él o ir a su casa. Todo con el claro subtexto sexual, aunque sin dejar huellas escritas explícitas”, explicó la mujer. También relató que negarse a esas invitaciones implicaba castigos laborales y freno a cualquier posibilidad de promoción dentro del entorno político.
Además, denunció que entre sus compañeras, muchas de ellas menores de 30 años, ya era conocido el apodo del equipo como “las chicas de Salazar”, una forma informal con la que se naturalizaba el acoso.
Una segunda voz confirma los patrones
A las denuncias de “Lidia” se sumó otro testimonio, aunque indirecto, de una joven que trabajó como voluntaria durante las internas socialistas de 2017. La mujer relató a su entorno las actitudes “babosas” de Salazar, pero no presentó una denuncia formal en ese momento. Años más tarde, contó la experiencia a un familiar, un veterano militante socialista, que fue quien acercó el testimonio a elDiario.es.
Ambos relatos coinciden en describir un esquema de poder ejercido para beneficio personal, donde la subordinación jerárquica y la pertenencia partidaria creaban un clima de impunidad.
La defensa de Salazar: “No encuentro en qué la cagué”
Consultado por el mismo medio, Salazar negó las acusaciones y se declaró desconcertado. “No paro de pensar si alguna vez dije algo inconveniente y no lo encuentro”, afirmó. Alegó tener una relación estable de pareja “desde siempre” y se mostró incrédulo ante las denuncias. “Nunca he tenido trato personal con compañeras, me parece alucinante”, agregó.
Sin embargo, su renuncia fue inmediata. Renunció a su cargo institucional y también desistió de asumir el puesto en la dirección partidaria que Pedro Sánchez le había reservado. El silencio del presidente español hasta el momento no ha pasado inadvertido.
Un gobierno bajo fuego cruzado de escándalos
El caso de Salazar se suma a una larga serie de episodios que golpean al oficialismo español. En las últimas semanas trascendieron múltiples causas judiciales por presunto uso indebido de fondos públicos, sobornos, irregularidades en contratos del Estado, y hasta el pago de prostitutas con dinero oficial.
En ese contexto, la caída de un colaborador tan cercano a Sánchez por denuncias de acoso sexual incrementa la presión sobre el Ejecutivo socialista, especialmente por tratarse de un gobierno que ha hecho del discurso feminista y la agenda de género uno de sus estandartes más visibles.
La oposición ya pidió explicaciones públicas y cuestionó el silencio del mandatario, mientras se multiplican las críticas sobre el doble estándar moral de sectores que promueven políticas de inclusión, pero toleran en la práctica dinámicas de poder abusivas dentro de sus propias estructuras.
La hipocresía del progresismo europeo en crisis
El episodio expone nuevamente las contradicciones internas del progresismo institucional en Europa. Mientras los gobiernos socialdemócratas insisten en marcar diferencias frente a fuerzas de derecha, los escándalos de corrupción, abusos de poder y ahora acoso sexual, comienzan a deteriorar el capital político de figuras como Pedro Sánchez.
La renuncia de Salazar no cierra el capítulo. Por el contrario, abrió la puerta a nuevos testimonios y a una revisión crítica del ambiente laboral en la sede del Gobierno español, donde, al parecer, el machismo estructural no fue erradicado, sino maquillado por discursos grandilocuentes.