Connect with us

Hola, qué estás buscando?

SOCIEDAD

Vinos de baja intervención: una tendencia en alza en el mundo

El vino es uno de los placeres sencillos de la vida y hubo un tiempo en que su elaboración era un proceso maravillosamente sencillo: uvas, un poco de paciencia y la naturaleza haciendo lo suyo. Ahora, un movimiento creciente de enólogos está volviendo a las raíces de la artesanía.

Vinos de baja intervención

Los vinos de baja intervención, a menudo denominados vinos naturales, se elaboran, como puede deducirse por su nombre, con la mínima intervención posible, dejando que las uvas y la naturaleza lideren el proceso. Parten de uvas cultivadas y cosechadas de forma orgánica o biodinámica, evitando pesticidas, herbicidas y fertilizantes sintéticos. En su lugar, los vinicultores recurren a las herramientas de la naturaleza, como los cultivos de cobertura para suelos más sanos, los insectos beneficiosos para el control de plagas y, en algunos casos, las ovejas que recorren los viñedos en invierno para eliminar las malas hierbas y fertilizar la tierra.

Esto produce ecosistemas equilibrados que nutren vides sanas y uvas deliciosas. La fermentación es donde el vino de baja intervención da un giro emocionante. En lugar de utilizar levaduras comerciales para mayor previsibilidad, los vinicultores naturales adoptan levaduras silvestres presentes en los hollejos de la uva y en la bodega. Estas levaduras autóctonas aportan complejidad, creando vinos que son una fiel representación de su entorno. El uso de sulfitos, un tema recurrente en el mundo del vino, se minimiza, recurriendo principalmente a los sulfitos naturales de la fermentación. Este enfoque sin intervención garantiza que el vino conserve su carácter y sabor auténticos sin enmascarar aditivos.

La cosa se pone un poco turbia, de manera literal, en cuanto a la clarificación y el filtrado. Los vinos de baja intervención se dejan sin filtrar ni clarificar, lo que significa que pueden tener un aspecto turbio o un toque de sedimento en el fondo de la botella. No es un defecto, sino que, por el contrario, se considera una insignia de honor. Esa turbidez es señal de que lo que estás bebiendo está vivo, sin pulir y rebosante de personalidad.

El furor de los vinos de baja denominación

Los vinos de baja denominación resultan tan fascinantes porque se adaptan a la imprevisibilidad. A diferencia de sus homólogos convencionales, diseñados para lograr la consistencia año tras año, los vinos naturales llevan su cosecha a flor de piel. Un año puede ofrecer cítricos frescos y delicadas notas florales, mientras que el siguiente puede traer sabores herbáceos y terrosos con un toque original. Cada vertido es una aventura, un testimonio del viñedo, el clima y la delicadeza del enólogo.

Pero el encanto va más allá de lo que hay en la copa. El vino de baja denominación refleja un estilo de vida arraigado en la simplicidad, la conexión y el respeto por el planeta. Muchos productores defienden prácticas agrícolas regenerativas que no solo preservan la tierra, sino que la restauran activamente. Al nutrir la biodiversidad y rechazar los productos químicos nocivos, estos enólogos protegen ecosistemas frágiles a la vez que producen vinos llenos de vida y vitalidad. Es una artesanía que desafía las normas industriales en favor de algo más conmovedor.

El caso de Free Form Wines

En el corazón del Valle de Okanagan, en Canadá, los vinos Free Form representan un enfoque revolucionario en la vinificación que honra la naturaleza y el terroir único de la región. Nacidos del deseo de crear vinos que sean verdaderas expresiones de su entorno, Free Form evita los métodos convencionales en favor de prácticas de baja intervención que permiten que la tierra, las uvas y los procesos naturales guíen el producto final.

El camino hacia Free Form comenzó con una profunda reflexión sobre las prácticas vitivinícolas en la Bodega Okanagan Crush Pad. El compromiso con la agricultura orgánica fue el primer paso, garantizando la preservación de la tierra para las generaciones futuras. Este cambio marcó el inicio de una nueva filosofía vitivinícola, que prioriza el respeto por la naturaleza y las características únicas del terroir de Okanagan.

Los vinos Free Form se elaboran exclusivamente con uvas cultivadas en el Rancho Garnet Valley de 139 hectáreas, un sitio que no solo cuenta con certificación orgánica, sino que también está meticulosamente diseñado para integrarse con el paisaje natural circundante. Los bloques de viñedo están separados por corredores de fauna silvestre, y un arroyo restaurado ha revitalizado la zona, convirtiéndola en un refugio para la fauna local. Este enfoque minucioso de la agricultura garantiza que cada botella de vino Free Form sea tanto producto del ecosistema del viñedo como de la mano del enólogo.

Por qué la baja intervención es tan importante

El vino de baja intervención no es solo una tendencia, sino más bien un movimiento que desafía las normas de la industria vitivinícola. Se trata de eliminar lo innecesario y centrarse en lo que realmente importa: calidad, autenticidad y conexión. Es un vino con un sentido de pertenencia, un propósito y, sí, a veces, sentido del humor.

Al apoyar a los vinicultores de baja intervención, también se apoya a los pequeños productores independientes que a menudo luchan contra viento y marea en una industria dominada por las grandes empresas. Se defiende la biodiversidad, la agricultura sostenible y un mayor respeto por la tierra. Y, siendo sinceros, también puede vivirse una experiencia lúdica y gratificante.