El vestuario del PSG atraviesa horas agitadas. Lo que parecía una campaña perfectamente diseñada para impulsar a Ousmane Dembélé como máximo candidato al Balón de Oro, se ha visto alterado por las ambiciones personales de Achraf Hakimi, quien no dudó en postularse para el galardón con argumentos que sacudieron la interna.
El discurso que encendió la polémica
En una entrevista reciente, el lateral marroquí lanzó un mensaje que sorprendió a todos: “No hay muchos defensores que marquen en cuartos, semifinales y final. Hice una temporada histórica y creo que lo merezco más que un delantero”, afirmó, destacando sus 11 goles y 16 asistencias como cifras fuera de lo habitual para su posición.
Sus palabras cayeron en un momento delicado, ya que dentro del club existía un acuerdo tácito para respaldar a Dembélé y evitar que se repitieran casos como el del 2010, cuando la dispersión de votos entre los campeones del mundo españoles terminó dejando el premio en manos de Lionel Messi.
El plan original del PSG para Dembélé
La estrategia de la directiva era clara: mostrar a Dembélé como el líder indiscutible del equipo campeón de Europa. De hecho, tras la final de Múnich contra el Inter, el francés fue el rostro visible del triunfo, paseando el trofeo por programas de televisión e incluso en el sorteo de Roland Garros, en un intento por reforzar su imagen pública.
“Si Ousmane no gana el Balón de Oro, es que algo está mal”, había dicho Nasser Al Khelaifi semanas atrás. El propio Vitinha también sumó su apoyo: “Es el jugador que nos llevó al título”.
Llamado de atención desde la presidencia
La postura de Hakimi no pasó inadvertida. Según Le Parisien, Al Khelaifi acudió personalmente al centro de entrenamiento tras la difusión de sus declaraciones para recordar al plantel: “El colectivo está por encima de todo”.
Aunque públicamente restaron importancia al tema, en privado existe preocupación por el riesgo de perder una oportunidad histórica: sería la primera vez que un jugador del PSG gana el Balón de Oro.
Un vestuario en prueba de fuego
El equipo que Luis Enrique había logrado convertir en una “familia” la temporada pasada ahora enfrenta un desafío inesperado. Los próximos días serán determinantes para ver si el grupo logra cerrar filas o si esta disputa interna termina afectando su objetivo más ambicioso.