En la antesala de una sesión clave en la Cámara de Diputados, la tensión política alcanzó un nuevo punto de ebullición. Mientras los bloques opositores afinan cálculos con la esperanza de derrumbar los vetos del presidente Javier Milei, el oficialismo se mueve a contrarreloj para blindarse con una nueva tropa de “héroes” fiscalistas capaces de bloquear cualquier intento de revertir sus decisiones.
El papel determinante lo tendrá la UCR, un espacio que hasta ahora funcionó como aliado parlamentario del oficialismo, pero que llega a este debate con profundas heridas abiertas tras el cierre de listas de la semana pasada. El caso de Rodrigo de Loredo en Córdoba es apenas un ejemplo de un radicalismo fracturado, con varios dirigentes relegados o directamente fuera de los armados provinciales. “Quedan pocos apoyando al Gobierno”, admitieron en voz baja desde el bloque.
La oposición intentará aprovechar ese malestar para sumar voluntades y, particularmente, convencer a los diputados radicales de que no se abstengan. Saben que, al tratarse de votaciones que exigen dos tercios de los presentes, una abstención juega a favor del Gobierno. Por eso, buscan persuadir a los sectores más “moderados” para que directamente no se sienten en sus bancas.
Fuentes parlamentarias consultadas por NA reconocen que no todos los vetos corren la misma suerte:
El de la moratoria previsional tiene muy pocas chances de caer: el radicalismo votó en contra en junio y nada indica que cambie.
En el caso de la emergencia en Discapacidad, el panorama es mucho más favorable para la oposición y se descuenta que estarían los dos tercios.
El veto al aumento del 7,2% para jubilados es la gran incógnita: en aquella sesión sólo cuatro radicales lo respaldaron; ahora la oposición espera convencer a varios más.
En paralelo, hay otros dos proyectos que podrían complicar seriamente a la Casa Rosada. Por un lado, la reactivación de la comisión investigadora por la cripto $Libra, un tema extremadamente sensible para Milei. Por otro, los proyectos vinculados al reparto de ATN y a la recaudación de impuestos a los combustibles, que preocupan a los gobernadores por su impacto en las arcas provinciales.
Desde el oficialismo confirman que están “juntando voto por voto” y que la orden es no ceder una coma del equilibrio fiscal, incluso si eso implica frenar leyes que cuentan con amplio respaldo social. Pese al acuerdo con el PRO en casi todas las provincias –que se cristalizó en el cierre de alianzas–, en el Gobierno temen algunas fugas o ausencias entre los legisladores amarillos más incómodos con la estrategia libertaria.
La sesión promete ser larga, áspera y extremadamente delicada. Un diputado opositor lo resumió sin vueltas: “Si no se desmadra el recinto, los números están. El Gobierno lo sabe y por eso se mueve con desesperación”
Mañana, en el Congreso, se juega mucho más que una votación. Se pone a prueba el equilibrio de poder entre un Gobierno que no acepta límites y una oposición que empieza a oler fragilidad política en la Casa Rosada.