Consciente de que no cuenta con los votos suficientes para revertir los vetos presidenciales, la oposición apuesta a un objetivo más político que legislativo: generar el mayor costo posible para el Gobierno de Javier Milei de cara al calendario electoral. Aunque la sesión convocada para la semana próxima en la Cámara de Diputados no incluirá las insistencias sobre la moratoria previsional ni el aumento jubilatorio, el mensaje opositor apunta a incomodar a la Casa Rosada y condicionar su imagen pública en pleno año electoral.
El Presidente ya firmó los decretos que vetan tres proyectos clave: el aumento a los haberes jubilatorios, la restitución de la moratoria previsional y la declaración de emergencia en discapacidad. Estas medidas fueron aprobadas por el Congreso, pero según los propios dirigentes opositores, el oficialismo cuenta con margen suficiente para sostener su posición.
Sin mayoría ni apuro: el cálculo político de la oposición
«La moratoria la metimos por la ventana y no la vamos a poder sostener», admitió un legislador peronista del norte del país, reconociendo que el tema podría servir como “moneda de cambio” en una negociación futura. La desarticulación opositora quedó expuesta cuando se excluyó de la sesión del miércoles próximo el tratamiento de los vetos, a pesar de que su firma era inminente.
La estrategia es clara: postergar la discusión hasta acercarse a las elecciones y así maximizar la presión política contra Milei, especialmente en temas tan sensibles como las jubilaciones y la discapacidad. Sin embargo, en el propio peronismo reconocen que, sin apoyo firme de los dialoguistas, es improbable que logren reunir los dos tercios necesarios para rechazar los vetos.
El peso del ajuste y la unidad libertaria
El argumento fiscal vuelve a jugar a favor del Gobierno. Según la Oficina de Presupuesto del Congreso, las iniciativas vetadas habrían generado un costo anual de hasta 1,7% del PBI, muy por encima del margen fiscal disponible para sostener el superávit acordado con el FMI. Con un equipo económico que hizo del equilibrio fiscal una bandera, Milei y su ministro Luis Caputo mostraron coherencia al bloquear un paquete que comprometía la sostenibilidad de las cuentas públicas.
Desde el oficialismo, la señal fue inmediata. Se reforzó el interbloque con los seis legisladores de la Liga del Interior, conocidos por su cercanía a las ideas libertarias. Esta incorporación eleva la base de apoyo a 49 votos, y el Gobierno confía en ordenar también al PRO, cuyos nueve diputados se habían abstenido en junio.
El operativo desgaste: una jugada con riesgo limitado
La oposición, por su parte, apuesta a sacar rédito de la situación. «Vamos a usar los vetos en la campaña», admiten desde el bloque de los dialoguistas. Aunque reconocen que Milei conservará el respaldo suficiente, buscan instalar la idea de que rechazar el aumento jubilatorio implica un “costo ético” que deberá ser explicado al electorado.
En ese contexto, se prepara una nueva sesión para fines de mes, en la que confluirán los proyectos impulsados por gobernadores con el tratamiento de los vetos. La intención es comprometer a las provincias y forzar posicionamientos incómodos para quienes se muestren cercanos a la Casa Rosada.
Un Congreso en modo electoral
La ofensiva opositora se encuadra en un clima parlamentario cada vez más dominado por la campaña. A contramano del apuro que mostró en otras votaciones, ahora la oposición ralentiza los tiempos para jugar con el calendario electoral. El objetivo: erosionar la imagen del Gobierno, incluso cuando se sepa de antemano que no tendrán los números para ganar.
Mientras tanto, el oficialismo se muestra firme. Con los decretos ya firmados, Milei ratificó su voluntad de sostener el equilibrio fiscal y evitar concesiones que comprometan su programa económico. Lejos de debilitarse, su armado parlamentario se consolida, mientras la oposición divide esfuerzos entre criticar y calcular el rédito electoral de cada paso.