En la cuenta regresiva hacia las elecciones, Luis Caputo definió su nueva hoja de ruta económica: mantener el dólar controlado, reducir al mínimo la emisión de pesos y poner en pausa la compra de reservas, aún si eso implica enfriar el crédito, frenar la actividad y tensar la cadena de pagos.
El plan fue confirmado por el ministro de Economía, Luis Caputo, esta semana, cuando anunció que el Tesoro suspenderá hasta octubre la compra de divisas al Banco Central, una maniobra que venía presionando al tipo de cambio mediante los llamados “block trades”. La estrategia busca evitar una corrida cambiaria en plena campaña, aun a costa de postergar la acumulación de reservas clave para sostener el pago de la deuda.
El argumento oficial es simple: si no hay más pesos, no hay inflación. Así lo explicó el secretario de Finanzas, Pablo Quirno, en una transmisión en vivo, donde afirmó que “en un mercado donde se controla la cantidad de dinero, la tasa de interés flota como el dólar”. En este modelo, el precio del crédito se dispara cuando los pesos escasean. Y es precisamente eso lo que ocurre ahora: tasas de hasta 80% nominal anual, que afectan tanto al consumo como a la producción.
Tasas por las nubes y presión sobre la actividad
El endurecimiento monetario ya empieza a mostrar efectos. La menor disponibilidad de dinero, combinada con una tasa de interés en alza, encarece los préstamos, restringe el financiamiento y amenaza con disparar la morosidad. Según explicó un banquero a los medios, el manejo de la salida de las Letras Fiscales (LEFI) fue imprudente y las autoridades desconocen cómo se gestiona realmente la liquidez del sistema financiero.
Para reforzar aún más el cepo monetario, el Banco Central elevó los encajes bancarios, obligando a las entidades a inmovilizar la mitad de sus fondos. Esto redujo aún más la oferta de pesos en circulación y generó distorsiones en las tasas del mercado. Algunas empresas de primer nivel llegaron a pagar tasas de 130% nominal anual para financiarse durante un fin de semana. A mediano plazo, advierten, este nivel es insostenible.
Un ajuste con consecuencias económicas
Para el economista Carlos Melconian, la estrategia elegida por el Gobierno “tiene un costo en el crédito y en la actividad económica”, y subrayó que la emisión monetaria no se terminó, ya que todavía hay factores como la no renovación de deuda y los créditos al sector privado que presionan sobre la base monetaria. “Con estas tasas, no va a haber crédito”, sentenció.
Desde la consultora EcoGo, el economista Sebastián Menescaldi advirtió que las condiciones financieras seguirán siendo restrictivas al menos hasta las elecciones, y que el Gobierno planea absorber todos los pesos que no logre colocar. “Caputo ya dijo que el Punto Anker no corre más. Cualquier excedente será esterilizado”, afirmó.
Los analistas coinciden en que el verdadero objetivo es evitar un salto del tipo de cambio en plena campaña. “La suba de encajes es antipática, pero responde al temor de que el dólar se dispare”, deslizó un operador. Y agregó: “Están obligando a los bancos a entregar sus dólares para mantener la calma”.
Con esta estrategia, el oficialismo apuesta a llegar a octubre con un dólar estable, inflación en baja y sin sobresaltos financieros. El costo, advierten los especialistas, puede medirse en caída de actividad, más morosidad y una economía cada vez más tensa.