La Secretaría del Tesoro de Estados Unidos evalúa girar un primer desembolso de 5.000 millones de dólares al Banco Central como parte del swap de 20.000 millones anunciado semanas atrás por Donald Trump y Javier Milei. Sin embargo, aún no está definido si la operación se concretará antes de las elecciones legislativas de octubre, lo que mantiene en vilo al mercado local.
El secretario del Tesoro, Scott Bessent, planteó que el mecanismo debe estar atado a los vencimientos de deuda con bonistas privados, como una forma de evitar errores del pasado. La referencia apunta al préstamo fallido del FMI a Mauricio Macri, que no pudo evitar el regreso del kirchnerismo en 2019. Por ese motivo, la primera opción de Bessent es que el giro inicial se produzca a fin de año.
En la Casa Rosada, sin embargo, consideran clave adelantar el desembolso para enviar una señal contundente de respaldo a la gestión y al programa económico antes de los comicios del 26 de octubre. “El mercado tiene memoria histórica”, argumentaron los funcionarios de Economía en sus contactos con Washington.
La ingeniería financiera en debate
El Tesoro norteamericano destinaría los fondos directamente al Banco Central, aunque la cancelación de deuda con bonistas quedaría en manos del Palacio de Hacienda. El esquema enfrenta un dilema técnico: cómo canalizar los dólares sin recurrir a las Letras Intransferibles, un instrumento utilizado por Néstor Kirchner que Milei rechaza por considerarlo un artificio contable.
Al mismo tiempo, el ministro Luis Caputo y su vice, José Luis Daza, viajaron a Wall Street para tantear a un banco de inversión de primera línea —el tercero más importante de Estados Unidos— que ya tiene antecedentes de trabajo con Argentina durante las privatizaciones de los años ’90. La idea es que esa entidad actúe como asesor financiero cuando llegue el momento de encarar la negociación de los vencimientos de enero de 2026.
Allí, el Gobierno deberá enfrentar una amortización de unos 4.000 millones de dólares en bonos heredados de la gestión Macri. Las opciones en carpeta son un canje de títulos o una tender offer (oferta temprana), aunque ambas enfrentan un obstáculo: en enero vencen amortizaciones parciales y no bonos completos, lo que complica la ingeniería de la operación.
Canales políticos y geopolítica
Más allá de los aspectos técnicos, el salvataje financiero se apoya en un canal político que une la Casa Blanca con Balcarce 50. Allí aparecen nombres clave: Rob Citrone y Matthew Dell Orfano (Discovery Capital), Barry Bennett (estratega republicano) y Soledad Cedro (CPAC). Todos ellos hicieron lobby para que Trump avalara la asistencia extraordinaria a la Argentina.
El respaldo norteamericano tiene también un trasfondo estratégico: limitar la creciente influencia de China en América Latina. Para la administración republicana, Milei es un caso testigo regional, observado tanto por países en transición democrática como por regímenes autoritarios en la región.
Trump exige a Milei que el respaldo financiero sea acompañado por una agenda política que le permita consolidar reformas estructurales. En Washington consideran que, tras las elecciones legislativas, el presidente argentino podría remozar el gabinete y articular un pacto amplio en el Congreso para garantizar la gobernabilidad y contener al kirchnerismo.
El desafío interno
El salvataje que impulsa Trump es inédito en la historia argentina, pero también implica un compromiso. Milei deberá demostrar capacidad para construir consensos internos, algo que hasta ahora le ha resultado esquivo. El desafío es doble: calmar al mercado y, al mismo tiempo, consolidar una mayoría parlamentaria que respalde las reformas prometidas al FMI.
En la administración estadounidense valoran la sintonía ideológica con Milei, pero advierten que cualquier fragilidad política podría poner en riesgo la operación. De ahí que el desenlace de octubre será determinante no solo para el futuro económico inmediato, sino para la relación estratégica con la Casa Blanca.
En este tablero, la oposición kirchnerista aparece como el principal obstáculo. Washington y Wall Street saben que, sin un mínimo de acuerdos internos, el salvataje financiero corre riesgo. Milei se juega mucho más que un desembolso: se juega la consolidación de su proyecto frente a un peronismo que busca recuperar terreno a cualquier costo.