Gary Pavlis llevó un par de vinos a una cata a ciegas reciente, incluyendo un Cabernet Franc de Alba Vineyard and Winery, en la AVA Warren Hills, al noroeste de Nueva Jersey, cerca de la frontera con Pensilvania. No le sorprendió que la mitad de los catadores no creyera que provenía de Nueva Jersey. Esa duda era difícil de disipar, ya que muchos asistentes a la cata seguían sin creer que el vino provenía de Nueva Jersey, incluso después de haberles informado de su origen. Algunos pensaron que provenía de la margen derecha del río Burdeos porque su fruta se atenuaba con notas de cuero y tabaco.
Pavlis lleva unas cuatro décadas trabajando con los vinos del estado como profesor y agente agrícola en la Universidad de Rutgers. «Quería demostrar que los vinos de Nueva Jersey tenían una calidad propia», afirma. «Que no sabían como si vinieran de ningún otro lugar».
En efecto, el vino de Warren Hills, una región desconocida y poco frecuentada, incluso para una región vinícola de la Costa Este, puede tener una calidad única. Solo cuenta con cinco bodegas. Es extensa, con 570 kilómetros cuadrados, y abarca varios valles fluviales en el condado rural de Warren. Warren Hills probablemente ni siquiera sea la AVA más popular de Nueva Jersey, que apenas se la conoce por su producción vinícola.
El terroir de Nueva Jersey
Basta con hablar con cualquiera que conozca la región. Daría la impresión de que se refieren a viñedos en algunas de las zonas de cultivo de clima frío más famosas del mundo, en lugar de uno ubicado en el estado más densamente poblado de Estados Unidos. Aquí, los viñedos se asientan junto a valles, y los ríos ayudan a proteger las vides de las heladas primaverales. “La estructura del suelo y la forma en que los valles fluviales moderan la circulación del aire nos brindan buenas temperaturas diurnas e incluso niebla matutina, algo que recuerda a Oregón y no a Nueva Jersey”, afirma el enólogo de Alba Vineyard, Nick Sharko, cuya familia es propietaria de la bodega de 800 hectáreas desde finales de la década del noventa.
Esto hace que la AVA sea ideal para uvas como Pinot Noir, Chardonnay y Cabernet Franc, que se benefician de estas condiciones de maduración. También se cultivan aquí varios híbridos, como Traminette, Seyval Blanc, Cayuga y Chambourcin, que agradecen la luz solar adicional, afirma Sharko. El Pinot Noir de la región tiende a tener menos fruta que el de California, así como una graduación alcohólica más baja. Sharko afirma que los híbridos, y en especial Traminette y Chambourcin, son mucho más parecidos a la vinífera que los híbridos cultivados en otros lugares: más y menos afrutados. Esto permite un mayor margen de maniobra en el proceso de vinificación, ya que no siempre es necesario corregir estas deficiencias.
Algunas de las adversidades
Desde luego, no todo es ideal. Tan al norte, la temporada de crecimiento puede ser irregular, dice Pavlis, con heladas primaverales y heladas a principios de otoño. La cosecha suele terminar a finales de octubre, aunque las cosechas más tempranas son cada vez más comunes. Las heladas pueden reducir el tamaño y la calidad de la cosecha. Por su parte, las cosechas tempranas dificultan la medición constante de la calidad de la uva. Esto, por supuesto, añade otra complicación al proceso de elaboración de los vinos si una tanda se cosecha mucho antes que otra.
Los productores de aquí siempre tienen que preocuparse por la humedad y enfermedades como el mildiu velloso y la podredumbre del racimo. Pero Sharko afirma que todo esto se puede controlar y que los resultados bien valen el esfuerzo. «Creo que los consumidores están más abiertos a la idea de que los vinos de calidad bien pueden provenir de Nueva Jersey«, dice Sharko. «Quieren probar productos locales para su vino y están ampliando su percepción de los estilos de vino para incluir el nuestro».
