La Selección Argentina Sub 20 volvió a tocar el cielo con las manos. En una noche llena de emoción, el equipo de Diego Placente derrotó por la mínima a Colombia y se clasificó a la gran final del Mundial Sub 20, un logro que no alcanzaba desde Canadá 2007, cuando figuras como Agüero, Di María y Chiquito Romero conquistaron el título.
Con una actuación madura, el conjunto albiceleste entendió cómo jugar un partido de máxima tensión. Esta vez no fue desde el vértigo inicial, sino desde la paciencia, la táctica y la inteligencia. Un equipo que creció con el torneo, se adaptó a cada rival y supo reinventarse para llegar al último paso.
Un partido trabajado de principio a fin
Argentina tuvo que sufrir para imponerse. Colombia presentó un planteo intenso, que obligó al equipo de Placente a ajustar el mediocampo y cambiar el dibujo táctico en el segundo tiempo. El técnico respondió con decisión: movió piezas, adelantó líneas y apostó por un juego más directo.
La fórmula funcionó. Con Gianluca Prestianni como figura desequilibrante, el equipo encontró espacios y generó las jugadas más claras. Su movilidad en el frente de ataque rompió el esquema colombiano y permitió conectar con Alejo Sarco y Mateo Silvetti, protagonistas de la acción que definió el partido.
El mérito de un equipo que nunca se rinde
Más allá del gol, Argentina construyó su victoria desde el carácter. Juan Manuel Villalba fue una muralla en defensa, con cierres decisivos que evitaron el empate. Milton Delgado manejó los tiempos en el mediocampo, y Santino Barbi, con tres intervenciones clave, consolidó su gran presente bajo los tres palos.
El equipo mostró lo mejor de su sinergia colectiva: orden, solidaridad y mentalidad ganadora. Placente volvió a demostrar que no se ata a un esquema fijo, sino que adapta sus ideas a las necesidades del partido, un sello de identidad que marcó todo el torneo.
Una generación que ilusiona a todo el país
Con esta clasificación, Argentina volverá a jugar una final de Mundial Sub 20 tras 18 años. La última vez fue en 2007, con una camada que luego brillaría en la selección mayor. Hoy, una nueva generación busca escribir su propia historia y sumar la séptima estrella juvenil para el fútbol argentino.
La cita será este fin de semana, con un país entero detrás de los pibes que, con humildad y fútbol, recuperaron la mística de las juveniles argentinas. Argentina está otra vez en una final del mundo, y lo hizo fiel a su estilo: jugando, sufriendo y soñando en grande.