El Gobierno comenzó la semana poselectoral con una medida inmediata: la recompra de bonos en pesos para intentar frenar la escalada de tasas y estabilizar el mercado local. El equipo económico de Luis Caputo ejecutó la operación entre el lunes y el martes, inyectando alrededor de $1,2 billones en el sistema financiero.
La jugada tiene un doble objetivo: abaratar el costo de la deuda pública y recomponer el crédito al sector privado, tras un período de fuerte contracción monetaria que dejó a la plaza con escasez de pesos y rendimientos muy elevados.
“Con la incertidumbre electoral despejada, el objetivo es que la tasa de interés vuelva a valores normales, en torno al 30% anual”, admitieron fuentes del Ministerio de Economía.
Recompra de bonos y señal al mercado
Las compras del Tesoro se concentraron en Lecap con vencimiento en febrero de 2026, con el fin de marcar una tendencia a la baja en los plazos intermedios de la curva. El mensaje fue claro: no se convalidarán tasas excesivas en la licitación prevista para este miércoles, donde vencen cerca de $12 billones en títulos públicos.
Aunque no existen dudas sobre la capacidad de renovación, el Gobierno busca moderar los rendimientos para descomprimir la carga de intereses y estimular la demanda de crédito. Según estimaciones privadas, una parte de la recompra podría financiarse con no renovación total de los vencimientos, lo que permitiría inyectar liquidez adicional al circuito financiero.
Un informe de Cocos Capital advirtió que “el Tesoro podría no refinanciar la totalidad de lo que vence hoy para inyectar más pesos al mercado”. Y en un contexto de fuerte absorción monetaria por parte del Banco Central. La baja del dólar generó además movimientos bruscos en el mercado de futuros. “La tasa de caución operó en torno al 50% el lunes y al 80% el martes”, detalló la consultora.
Escasez de pesos y curva de rendimientos
El escenario poselectoral encontró una plaza ilíquida, producto de la política de absorción monetaria aplicada desde julio. Cuando el Gobierno eliminó las LEFI y avanzó hacia un esquema de agregados monetarios sin corredor de tasas. “La estrategia buscó absorber excedentes que pudieran dolarizarse antes de los comicios. Pero generó una demanda de cobertura inédita por parte del sector privado”, señaló el informe.
En el Ministerio de Economía calculan que el 50% del dinero transaccional (M2) fue a cobertura en dólares en las semanas previas a las elecciones. Lo que amplificó la tensión sobre los bonos en pesos y disparó los rendimientos de los títulos indexados por inflación (Boncer) hasta tasas del 30% anual.
Descomprimir vencimientos y reconstruir expectativas
El Tesoro encara ahora un proceso de reordenamiento de plazos y tasas para los próximos tres meses, donde se concentran vencimientos por unos $86 billones. La meta inmediata será extender los plazos de colocación, aprovechando el cambio de clima tras los comicios y la estabilización del dólar.
Una baja sostenida de tasas permitiría reducir el gasto en intereses, aliviar las finanzas públicas. Y, al mismo tiempo, reactivar el crédito productivo, hoy prácticamente paralizado. Desde el Palacio de Hacienda destacan que “la normalización de la curva en pesos es clave para restablecer la confianza financiera y encarar la segunda etapa del plan económico”.
El desafío, reconocen los analistas, será equilibrar la recomposición de liquidez sin reavivar presiones cambiarias. En un contexto donde el Gobierno apuesta a consolidar el superávit fiscal y recuperar reservas con apoyo de Estados Unidos.
