En el primer semestre de 2025, la situación social de Argentina experimentó un punto de inflexión: la capacidad real de gasto de las familias se expandió 36,2%, superando ampliamente el ritmo de la inflación y el aumento de las canastas básica total (CBT) y alimentaria (CBA). Es decir, impactando directamente en los índices de pobreza e indigencia.
Esta mejora —detectada a partir del entrecruzamiento de los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) y los informes del Indec— permitió una baja histórica de la pobreza, reconfigurando la relación entre ingresos laborales y no laborales en los 31 principales aglomerados urbanos del país.
Por primera vez desde la pandemia, los ingresos per cápita familiares avanzaron en dos períodos consecutivos por encima del costo de las canastas básicas.
La recomposición del ingreso real
Según los valores desestacionalizados y ajustados por inflación, el ingreso total de las familias creció 34,8% frente al primer semestre de 2024 y 13,6% respecto de 2023, mientras el costo de la CBA retrocedió 15,9% y 14,4%, respectivamente.
La CBT, en tanto, bajó 2,6% y 8% interanual, fortaleciendo el poder de compra de los hogares y explicando el rápido descenso de los indicadores de vulnerabilidad social.
El porcentaje de hogares bajo la línea de pobreza cayó a 24,1%, equivalente al 31,6% de las personas, frente al 52,9% de 2024 y el 40,1% de 2023, la mayor reducción interanual desde que existen series comparables. La indigencia, por su parte, se redujo a 5,6% de los hogares y 6% de las personas, el nivel más bajo desde 2017.
El papel del trabajo y la expansión del empleo
El epicentro de la transformación radica en el crecimiento real de los ingresos laborales, que aumentaron 35,9% interanual, mientras los ingresos no laborales (jubilaciones, pensiones y programas sociales) subieron 30,8%.
La expansión del empleo —en especial en sectores informales y de baja calificación— explicó gran parte de la reducción de la pobreza. Los ingresos por trabajo pasaron de representar 76,4% del total familiar en 2023 a 78,2% en 2025, evidenciando una mayor autonomía del ingreso laboral.
Sin embargo, el fenómeno no fue homogéneo: en Gran La Plata, Bahía Blanca y Río Gallegos aumentó la participación de los ingresos no laborales, mientras que Gran Tucumán-Tafí Viejo, Gran Rosario y Gran Resistencia encabezaron la suba de la proporción laboral.
Asignaciones, jubilaciones y brechas persistentes
Entre los ingresos no laborales, la Asignación Universal por Hijo (AUH) mostró la mejor recuperación: 31,2% real frente al primer semestre de 2024 y 61,8% en dos años. En contraste, el haber mínimo jubilatorio solo avanzó 9,8% en el año, retrocediendo hasta 15,4% frente a 2023.
Esa brecha refleja que la mejora social se apoyó principalmente en la recomposición salarial y la expansión del empleo, más que en las transferencias del Estado.
Un proceso con resultados desiguales
El análisis de PxQ y fuentes del Indec identifica tres factores centrales detrás de la reducción de la pobreza:
- Desaceleración de la inflación, que redujo el costo real de las canastas básicas.
- Salto en los ingresos laborales, sobre todo en los segmentos informales.
- Rediseño de la política social, con mayor cobertura y focalización de asignaciones.
Este proceso generó una estructura de ingresos más robusta, aunque persisten diferencias entre regiones y niveles de ingreso. Los indicadores confirman una mejora social sostenible, pero con desafíos pendientes en materia de equidad y productividad.
Desafíos hacia adelante
La sostenibilidad de esta mejora dependerá de mantener la creación de empleo formal y consolidar una inflación anual de un dígito. Además, definir una política de ingresos no laborales que acompañe la estabilidad macroeconómica.
La Argentina atraviesa una etapa donde el crecimiento del trabajo y la reducción de la pobreza coinciden. Algo que no ocurría desde hace más de una década. El reto, según los economistas, será convertir este impulso coyuntural en un cambio estructural duradero.