Las reservas internacionales del Banco Central volvieron a ubicarse en niveles críticos. Según un informe de la consultora PxQ, dirigida por Emanuel Álvarez Agis, si se excluyen los USD 14.000 millones desembolsados por el FMI, las reservas netas negativas alcanzan USD 11.482 millones, un nivel similar —e incluso inferior— al registrado en noviembre de 2023, antes de la asunción de Javier Milei.
El estudio subraya que, pese a los alivios otorgados por el Fondo, la posición externa del BCRA sigue siendo débil. En la primera revisión del acuerdo de abril, el FMI redujo la meta de reservas netas desde USD 2.400 millones a un piso de –USD 2.600 millones, una flexibilización de USD 5.000 millones. Sin embargo, consultoras como Equilibra estiman que el Gobierno está hoy entre USD 7.000 y 8.000 millones por debajo incluso de ese objetivo revisado.
El debate por las compras de dólares
El informe de PxQ también apunta al manejo del tipo de cambio durante los meses de mayor liquidación del agro. En lugar de aprovechar el dólar más barato —entre $1.100 y $1.300—, el Gobierno decidió no comprar divisas hasta que la cotización tocara el “piso” de la banda cambiaria, inicialmente en $1.000 y ajustando al 1% mensual.
Consultado sobre el tema, el ministro Luis Caputo defendió su política cambiaria: «Este es el Gobierno que más dólares compró en la historia: en 20 meses acumulamos USD 29.000 millones. Pero tuvimos que cancelar deudas heredadas», explicó. PxQ sostiene que esa estrategia implicó luego comprar dólares más caros para defender el techo de la banda, a costa de un esfuerzo fiscal extra.
El rol del Tesoro de Estados Unidos
Para estabilizar la situación, el Tesoro de Estados Unidos intervino comprando pesos y vendiendo dólares, mientras anunciaba un eventual “canje de monedas” por USD 20.000 millones, cifra que luego el secretario del Tesoro, Scott Bessent, amplió hasta USD 40.000 millones entre fuentes públicas y privadas.
Entre el 1 de septiembre y el 8 de octubre, el Gobierno realizó ventas netas por USD 1.873 millones, según PxQ. Durante ese período, el Tesoro llegó a vender USD 2.100 millones en apenas siete ruedas para sostener el tipo de cambio en torno a $1.425–1.430. Al 9 de octubre, los depósitos del Tesoro ascendían a solo USD 342 millones, un nivel mínimo para afrontar presiones cambiarias.
Tres posibles formatos de ayuda externa
De cara a 2026, el principal desafío será afrontar vencimientos por USD 5.700 millones con acreedores privados sin acceso pleno al mercado. PxQ plantea tres escenarios sobre cómo podría instrumentarse la ayuda estadounidense si Milei logra la reelección legislativa:
- El Tesoro de EE.UU. como garante: Argentina podría ofrecer nuevos bonos respaldados por títulos del Tesoro norteamericano. Similar al Plan Brady de fines de los 80.
- Préstamo con garantía del Tesoro: el BCRA concertaría un REPO con bancos internacionales. Por ejemplo, vendiendo luego los dólares al Tesoro local para pagar deuda sin pasar por el Congreso.
- La “promesa de Scott”: un programa de recompra de bonos argentinos en el mercado secundario, inspirado en el modelo del Banco Central Europeo durante la crisis de 2012. PxQ aclara que, a diferencia del BCE, la credibilidad política del respaldo estadounidense aún no logró calmar al mercado.
De los acuerdos exitosos al “efecto Trump”
El informe traza paralelos con intervenciones previas de Washington, como el Acuerdo del Plaza de 1985 —que revirtió la sobrevaluación del “súper dólar”— y el rescate de México en 1995 durante la crisis del “efecto tequila”. Según PxQ, esos casos tuvieron un punto en común: el alineamiento de intereses entre Estados Unidos y los países asistidos.
El economista Paul Krugman, crítico de la actual ayuda de Trump a Milei, sostiene que Argentina no ocupa el mismo lugar estratégico que México —que representaba 10% del comercio exterior estadounidense— y advierte que el apoyo norteamericano podría tener consecuencias inversas. “Trump ha galvanizado la oposición, incentivando la fuga de capitales y elevando las tasas”, señaló.
Krugman concluye que el país enfrenta un dilema: una economía aún sobrevaluada. Y dependiente de auxilios externos que podrían agravar la inestabilidad si no se combinan con medidas estructurales internas.