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ECONOMÍA

Los tres indicadores que exponen el agotamiento del sistema laboral argentino y la urgencia de una reforma estructural

 

El empleo independiente creció casi tres veces más que el asalariado en la última década, reflejo de un mercado que castiga la contratación formal y multiplica la informalidad.

 
Reforma

Los datos del mercado laboral argentino son cada vez más difíciles de disimular. En los últimos nueve años, el empleo independiente creció casi tres veces más que el asalariado, una tendencia que desnuda las limitaciones de un sistema laboral anclado en el pasado y que desalienta la creación de puestos formales.

El fenómeno se traduce en más precarización, menor productividad y un incremento del pluriempleo, mientras las pequeñas y medianas empresas enfrentan una legislación inflexible, cargas patronales desactualizadas y un clima judicial adverso.

Empleo múltiple y estancamiento del trabajo formal

De acuerdo con datos del Indec y el Ministerio de Trabajo, el “pluriempleo” afecta a casi dos millones de personas. Son trabajadores que combinan empleos públicos y privados, o alternan actividades formales e informales, para sostener ingresos que no alcanzan a cubrir la canasta básica.

En el primer trimestre de 2025 se registraron 22,69 millones de puestos laborales frente a 20,68 millones de personas ocupadas, lo que refleja la magnitud del fenómeno. Sin embargo, esta multiplicidad de ocupaciones no se tradujo en mejoras de calidad: los puestos asalariados privados solo crecieron un 2% en nueve años, muy por debajo del aumento poblacional (9,5%) y de la oferta laboral (14,8%).

Una legislación que desalienta el trabajo formal

El estancamiento tiene raíces estructurales. La legislación laboral, diseñada en la década del 70, no se adaptó a los cambios tecnológicos ni a la dinámica global del empleo. A esto se suman las altas cargas sociales y la litigiosidad creciente, que desalientan la contratación formal y empujan a muchas empresas a operar en la informalidad o a recurrir a esquemas de contratación independientes.

El 83,3% de los puestos pertenece al sector privado, aunque buena parte corresponde a actividades de baja productividad o sin perspectivas de crecimiento, mientras que el 17,7% se concentra en la administración pública.

Crece el empleo independiente y la informalidad

Mientras los asalariados crecieron apenas 1,1% anual entre 2016 y 2025, los trabajadores independientes aumentaron un 2,9% anual. Especialmente en las categorías de monotributistas plenos y sociales.

En el primer trimestre de 2025 la relación fue de 2,72 asalariados por cada independiente, el nivel más bajo de la última década. En ese período, los asalariados pasaron de 15 a 16,6 millones (+10,4%), mientras los independientes subieron a 6,1 millones (+29,4%).

El crecimiento del monotributo social y del trabajo por cuenta propia refleja que muchos argentinos encuentran en la informalidad o en el autoempleo la única salida ante la falta de oportunidades en el mercado formal.

Más empleo público, menos sector privado

El análisis del SIPA confirma la tendencia. El sector público aumentó su plantilla un 1,2% anual, mientras el sector privado formal apenas lo hizo un 0,22% anual. Hoy, hay menos de dos empleados privados por cada estatal.

El empleo no registrado, por su parte, creció un 2,37% anual y ya supera los 3,3 millones de trabajadores. Consolidando un sistema dual donde la economía formal sostiene cada vez menos la estructura impositiva y previsional del país.

En términos de productividad, la Argentina apenas supera los niveles de 2016, con un PBI real que creció menos del 4% en nueve años. El mercado laboral muestra así las fallas de un sistema que castiga al que produce. Por otro lado, protege al que no arriesga y multiplica los incentivos para permanecer en la informalidad.