El término «neuroapuestas» puede llegar a intimidar. En efecto, bien podría ser el tema central de una novela de ficción especulativa o, acaso, un episodio de la serie distópica Black Mirror. Sin embargo, la industria del juego portuguesa ha manifestado su interés en el tema.

A lo largo de los años, el diseño orientado a la industria del juego estuvo asentado sobre los llamados «datos visibles«. Esto es, hábitos, clics, tiempo en la página, patrones de apuesta y tendencias de usuarios. Sin embargo, la industria del entretenimiento online está transitando hacia una comprensión más osada. En concreto, refiere al ámbito experimental de mediciones en tiempo real: los estados emocional y cognitivo de los usuarios.
En el núcleo de esta mutación se sitúan las neuroapuestas. Se trata de un concepto orientado a amalgamar métricas fisiológicas con algoritmos predictivos en vivo. El objetivo radica en calibrar la experiencia de juego con las reacciones inmediatas de los jugadores.
Puntualmente, hablamos de señales fisiológicas tales como el ritmo cardíaco, la conductancia de la piel, las expresiones y microexpresiones del rostro o la actividad eléctrica que se registra a través de un electroencefalograma no invasivo (EEG). Todos esos datos se relevan en tiempo real. Fundamentalmente, mediante dispositivos portátiles, pruebas piloto y sensores.
El caso de Portugal
Portugal está emprendiendo un trayecto de consolidación en tanto que terreno apropiado para la investigación y desarrollo en torno a tecnologías neurofisiológicas las cuales se aplican exclusivamente al entretenimiento digital. Un caso notable es el de MindProber. Se trata de una empresa originaria de Coimbra al modo de una spin-off universitaria. MindProber aúna técnicas avanzadas en materia de lectura de reacciones emocionales junto a sensores de uso accesible.

En concreto, la plataforma supervisa mediante monitoreo las señales fisiológicas de manera sincrónica. Su plataforma se diseñó en un principio para comprehender la atención y el compromiso en medios tradicionales. No obstante, un giro en torno a esas mismas infraestructuras tecnológicas ahora ha tendido a migrar con rumbo al mundo del gaming y las apuestas online.
En el backstage de este desarrollo surge una pregunta neurálgica que moviliza tanto a ingenieros como a diseñadores. ¿Es posible desarrollar plataformas con capacidad de adaptación continua al ritmo mental, al registro de caudal emocional o al umbral de estrés del jugador? La respuesta a esta pregunta no solo está supeditada a la tecnología. Resulta clave considerar también el enfoque ético, regulatorio y comercial que pudiera adoptar la industria en los años venideros.