Apenas un par de días después de las elecciones legislativas, el Congreso ya se encuentra en plena ebullición. Mientras la oposición impulsa en Diputados una versión propia del Presupuesto 2026, en el Senado crece el temor de que la maniobra termine jugándole a favor a Javier Milei. La posibilidad de que la ley de gastos llegue a la Cámara alta sin acuerdo encendió las alarmas entre los bloques dialoguistas, que ven un riesgo político y estratégico evidente.
En la Casa Rosada interpretan que la presión opositora podría abrirle al Presidente una puerta inesperada: una tercera prórroga del Presupuesto, algo que Milei no dudaría en utilizar para reforzar su poder. “Si Diputados insiste en sacar rápido un dictamen y llevarlo al recinto, ¿qué hacemos después nosotros?”, se preguntó un experimentado senador, que advirtió que ese movimiento dejaría al oficialismo en un papel incómodo.
Entre la prudencia y el desconcierto
El razonamiento que se impone en los pasillos del Congreso es simple: una sanción exprés sin acuerdos amplios le permitiría al Ejecutivo justificar la continuidad del esquema vigente. “Todo lo que vino de Diputados en los últimos meses se avaló acá. Sería un regalo político para Milei”, deslizó otra fuente parlamentaria.
Desde el entorno libertario, en cambio, se muestran confiados. Consideran que cualquier intento de la oposición por imponer su versión del Presupuesto sin aval del oficialismo terminará legitimando la narrativa del Gobierno sobre la ‘vieja política’.
Un senador de perfil dialoguista lo sintetizó con crudeza: “Si se pudo aprobar la Ley Bases, esto no tiene por qué ser un drama. Milei ganó las dos elecciones más importantes. Hay que leer el mensaje de las urnas”.
Gobernadores en movimiento
En paralelo, un grupo de 15 gobernadores prepara una reunión con el Ejecutivo para mañana, buscando recomponer puentes tras meses de tensión. El encuentro, impensado antes del domingo, busca definir los términos de la relación fiscal con la Nación y los ajustes que afectarán a las provincias en 2026.
Sin embargo, en el Senado no descartan que el kirchnerismo busque aprovechar el impulso del debate en Diputados para desgastar al Gobierno y dividir a los bloques dialoguistas. “No es tiempo de empujar cosas a lo loco”, reconoció un legislador oficialista, que pidió “actuar con cabeza fría” para no dinamitar la recomposición institucional que intenta Milei.
UCR, Villarruel y las internas de poder
Entre los espacios que ya activaron gestiones aparece la Unión Cívica Radical (UCR). Y que elaboró un informe técnico sobre el Presupuesto 2026 con aportes de sus gobernadores. El chaqueño Víctor Zimmermann fue uno de los encargados de recopilar observaciones para plantearlas ante el Ejecutivo y evitar que el debate derive en un enfrentamiento político.
A la par, el Senado enfrenta su propio conflicto interno. La vicepresidenta Victoria Villarruel, volvió al centro de la escena por una nueva disputa con el gremio legislativo APL, encabezado por Norberto Di Próspero. El sindicato declaró el “estado de alerta y movilización” tras el intento de Villarruel de desplazar a la histórica directora de Personal, Mónica Nieto. Y denunció favoritismos en las recientes recategorizaciones de empleados.
El episodio reavivó el malestar con el oficialismo dentro del Congreso, justo cuando la Casa Rosada intenta reconstruir su relación con los legisladores aliados. “No se puede pedir gobernabilidad mientras se pelean con todo el mundo”, ironizó un dirigente peronista que sigue de cerca la interna libertaria.
Un tablero frágil y un cálculo político
El escenario legislativo que se abre de cara a diciembre muestra más riesgos que certezas. Si la oposición en Diputados acelera el tratamiento del Presupuesto, el Senado podría quedar atrapado en una pinza política que termine beneficiando al propio Milei. En el Gobierno, mientras tanto, observan en silencio y con una mezcla de satisfacción y cautela. Saben que una nueva prórroga presupuestaria significaría, en los hechos, un refuerzo de su poder.
En ese contexto, el juego parlamentario se vuelve decisivo. El equilibrio entre la prudencia y el impulso opositor definirá si el Congreso logra retomar la iniciativa. O, por el contrario, si termina dándole al Presidente otra victoria inesperada.
