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ESPECTÁCULO

«Yo sufro»: Juana Repetto reveló su peor momento en la maternidad  

 

La modelo habló de su vida personal y cómo afronta los días más duros.

 
Juana Repetto

Juana Repetto abrió su corazón sobre los cambios físicos que siente desde que está embarazada y cómo esos cambios reactivaron viejas inseguridades que creía superadas. Contó que aunque ve la pancita con cariño, hay otras transformaciones (en la cadera, en la papada, en la ropa) que la incomodan. Esa incomodidad, dijo, no es solo estética: tiene que ver con años de comparación y exigencias externas.

En este sentido, la actriz admitió que vestirse ahora es una odisea: pantalones que ya no le quedan, prendas que quedan ajustadas en partes inesperadas, camisetas que se suben, y el tiro del pantalón que falla. Aseguró que esos detalles, aunque parecen triviales, multiplican los desbordes emocionales.

Aún así, Juana Repetto no evade lo que le duele y tampoco se niega en contarlo: dijo que “en el fondo le cuesta”, aunque trata de ponerle humor. Porque sabe que muchos la juzgan cuando se queja de estos cambios físicos que son propias de la maternidad; dice que le recriminan que siendo famosa, con recursos, debería “agradecer la panza” y no quejarse. Pero remarca: “Yo sufro”.

Mucho de ese sufrimiento proviene de expectativas previas, dijo. Recordó su adolescencia y juventud marcada por la idea de que su cuerpo no era el “correcto”, el que venían diciendo los medios, las revistas y los comentarios de los demás. Ser “una que no encajaba” fue una constante. Eso, expresó, no se supera de un día para otro. 

Además, Juana Repetto expresó que la presión social no solo viene de afuera, sino que muchas veces se la coloca ella misma. Se ve en el espejo, se recuerda con cuerpos del pasado, o compara etapas y medidas que ya no representan dónde está ahora (embarazo, maternidad, vida distinta).

Para cerrar su reflexión, dijo que compartir estas vivencias le resulta necesario, tanto para ella como para otras mujeres que la siguen. Que no se trata de una queja vacía sino de normalizar que los cuerpos cambian, que muchas veces esos cambios molestan, pero que eso no invalida la belleza ni la salud. Que los estándares de belleza no deberían definir el sentirse digna ni válida.