La jugada del kirchnerismo en el Senado del martes último —al firmar en disidencia el dictamen para limitar los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU)— desconcertó a los sectores “dialoguistas” y encendió las alarmas de cara a la próxima renovación legislativa del 10 de diciembre.
El cristinismo, que intenta recuperar un tono peronista pragmático, abrió una tenue ventana de negociación con la Casa Rosada, justo cuando el Gobierno se prepara para discutir el Presupuesto 2026 y la reforma judicial, entre otros temas sensibles.
El pragmatismo como señal política
El duro revés electoral relajó el hermetismo del bloque que conduce el formoseño José Mayans. Desde su entorno reconocen que la actitud del oficialismo libertario generó sorpresa. “Milei no colonizó la justicia ni metió preso a nadie. Y, por momentos, habla nuestro idioma. Los otros demostraron no ser confiables”, resumieron ante Infobae.
Pese a la pérdida de bancas —de 34 a 28 senadores—, el kirchnerismo apuesta a mantener su influencia. “Para la Corte nos van a necesitar, siempre y cuando no se escapen traidores”, deslizaron. En el entorno peronista descuentan que el dictamen sobre los DNU llegará al recinto el 19 o 20 de noviembre y, aunque esperan que Milei lo vete, celebran haber reingresado en la conversación política.
Preocupación por el Presupuesto y la agenda del Congreso
Entre risas e ironías, en la Cámara alta calificaron como “inviable” el calendario que proyecta el Ejecutivo para las sesiones extraordinarias de diciembre. “Nadie parece haber notado que el Presupuesto 2026 caerá con el cierre de ordinarias. No hay margen reglamentario. Es humo puro”, ironizó un senador experimentado.
Otro dirigente peronista, vencedor en su provincia, lanzó una crítica lapidaria hacia la oposición: “Los políticos y los medios no entienden ni un 25% de lo que piensan los laburantes. Se discuten derechos laborales con camionetas de 30.000 dólares mientras la informalidad supera el 40%. La realidad es otra”.
El dilema de la Corte y las vacantes judiciales
Entre las especulaciones judiciales, asoma el debate sobre la Corte Suprema de Justicia. En el kirchnerismo circulan dos escenarios: completar el cupo de cinco miembros con dos nuevas designaciones —posiblemente mujeres— o reflotar la ampliación del tribunal a siete o nueve integrantes, una idea que el Gobierno libertario aún no definió.
Esa discusión se entrelaza con el manejo de los pliegos judiciales pendientes, una cuestión que Milei deberá resolver en medio de tensiones con su propio bloque y con el respaldo eventual de los sectores peronistas dispuestos a negociar.
Los “dialoguistas” en crisis de identidad
Del otro lado, los bloques dialoguistas atraviesan su propia crisis. Algunos legisladores admiten que ayudaron al Gobierno en los primeros meses y ahora sienten que fueron desplazados del eje político. “Antes de ser opositores feroces, lo respaldamos. Es injusto olvidarlo”, reconoció un dirigente radical.
Las demandas principales apuntan a que el Ejecutivo mantenga un interlocutor único y confiable. “Ayudo acá y después me entero de que cierran acuerdos por atrás con mi rival local. Así no hay forma”, expresó una senadora opositora, visiblemente molesta.
Villarruel, cada vez más aislada
En medio de ese reacomodamiento, Victoria Villarruel parece cada vez más alejada de la dinámica parlamentaria. Su estrategia política se limita a mensajes en redes sociales y encuentros diplomáticos a puertas cerradas. “Avisarlas ya es molestia”, ironizan en el Senado, donde su influencia es mínima.
El nuevo escenario político muestra un peronismo que tantea el pragmatismo y un oficialismo libertario que deberá decidir si aprovecha ese guiño para construir mayorías o si lo deja pasar, aferrado a su núcleo duro.
