El Gobierno nacional observó con buenos ojos la nueva conducción de la Confederación General del Trabajo (CGT), elegida tras los comicios internos del lunes, y destacó la aparición de un triunvirato renovado encabezado por Jorge Sola, Cristian Jerónimo y Octavio Argüello. En Casa Rosada, consideran que los nuevos referentes representan “una renovación positiva” y destacan su capacidad de gestión, aunque persisten las dudas sobre la profundidad del cambio sindical.
“No son un actor menor. Son una pieza central dentro del sistema laboral argentino”, señaló una fuente con llegada al despacho presidencial a NA, al tiempo que valoró la predisposición de los gremios al diálogo tras las tensiones de los últimos meses.
El oficialismo se muestra conforme con la designación del nuevo triunvirato, al que califica como “gente capaz”, y evalúa una reunión formal con las flamantes autoridades sindicales. Sin embargo, desde Balcarce 50 reconocen que aún no hay fecha definida ni convocatoria confirmada. “Es una renovación que venía siendo reclamada hace años”, remarcaron cerca del presidente Javier Milei.
Aun con ese reconocimiento, dentro del entorno libertario relativizan la magnitud del recambio. Creen que la nueva estructura “mantiene rasgos de continuidad” respecto de la conducción anterior, aunque aclaran que los actuales líderes no pertenecen al kirchnerismo duro.
El vínculo entre el Ejecutivo y el movimiento obrero atravesó distintas etapas: desde el entendimiento con el exjefe de Gabinete Guillermo Francos hasta los momentos de fricción por la reforma laboral. En los últimos meses, ambos sectores intentaron recomponer el diálogo, especialmente tras la promesa de reintegrar fondos a las obras sociales sindicales, uno de los principales reclamos de la central obrera.
Por su parte, el secretario de Relaciones Internacionales, Gerardo Martínez (UOCRA), conservará su rol dentro del Consejo de Mayo, el espacio que sesiona mensualmente en el Salón de los Escudos de la Casa de Gobierno. Allí se discuten las reformas de segunda generación que impulsa el oficialismo, aunque desde el Ejecutivo remarcan que las decisiones finales “serán tomadas exclusivamente por las autoridades libertarias”.
Mientras tanto, en el Gobierno destacan la importancia de mantener canales de diálogo institucionales con el sindicalismo, a quien ven como “un actor inevitable” en la agenda económica y laboral. Sin embargo, insisten en que la hoja de ruta hacia la modernización del trabajo y la reducción del déficit seguirá siendo delineada por el Presidente y su equipo.
