El gobierno de Axel Kicillof salió rápidamente a cuestionar el acuerdo comercial entre Argentina y Estados Unidos, una señal que revela el malestar del kirchnerismo frente a una negociación que la Casa Blanca y la administración de Javier Milei consideran estratégica para el crecimiento económico y la atracción de inversiones. La primera voz en pronunciarse fue la del ministro bonaerense de Producción, Augusto Costa, quien alertó que el pacto “pega de lleno” en la provincia de Buenos Aires.
En declaraciones a Radio 10, Costa afirmó que el entendimiento bilateral “se suma a la política de ajuste y destrucción del empleo que venimos viendo” y lo calificó como “muy preocupante”. Desde el oficialismo bonaerense intentaron instalar que el pacto comercial representa una amenaza directa para el territorio provincial, pese a que la letra del acuerdo apunta a ampliar las oportunidades para sectores productivos, mejorar estándares y facilitar inversiones.
El ministro redobló críticas y ligó el anuncio a una supuesta “entrega de soberanía” por parte del Gobierno nacional. Para Costa, el alineamiento con Washington resulta “ruinoso” y perjudicial para diversas ramas productivas. Con esa mirada, señaló que la industria sería uno de los sectores más impactados, incluso cuando el acuerdo habilita mejores condiciones de acceso a mercados y un esquema más competitivo para las exportaciones argentinas.
Críticas e intento de instalar un escenario de conflicto
Costa sostuvo que el acuerdo “va a comprometer mucho la industria, el desarrollo tecnológico y la posibilidad de agregar valor”. Aunque evitó mencionar que el pacto prevé beneficios para sectores estratégicos. Por ejemplo, la reducción de aranceles y la eliminación de barreras que históricamente afectaron a la producción nacional.
El funcionario insistió además en que el entendimiento se anuncia en un contexto internacional complejo. Y acusó a Milei de impulsar una agenda de política exterior que, según su visión, sería perjudicial para la Argentina. “Es un marco que no dice mucho en lo inmediato, pero muestra hacia dónde quiere avanzar el Gobierno en su política internacional”, aseguró.
La Provincia como argumento político
El eje central del planteo de Costa fue el impacto en Buenos Aires. “Es la provincia que aporta el 50% de los bienes industriales del país”, recordó, para reforzar su advertencia de que “este acuerdo pega de lleno en la Provincia”. Desde su perspectiva, se suma a lo que calificó como un proceso de ajuste y caída del empleo.
La crítica apuntó también al ministro de Economía, Luis Caputo. Costa cuestionó que, en su discurso ante la Unión Industrial Argentina (UIA), el funcionario no haya mencionado la palabra “industria”. Insinuando una supuesta intención oficial de “desindustrializar” el país. Una acusación habitual en el discurso kirchnerista pese a la recuperación de la estabilidad macroeconómica y la baja de la inflación.
La visión del Gobierno nacional y el alcance del acuerdo
Mientras Kicillof y sus funcionarios expresaban su rechazo, desde la Casa Rosada se celebró un pacto que tardó meses en negociarse y que la administración de Donald Trump también considera prioritario. El canciller Pablo Quirno terminó de cerrar los puntos principales junto al secretario de Estado Marco Rubio y el representante comercial Jamieson Greer, quien lideró las conversaciones iniciadas en abril.
El acuerdo fue anunciado oficialmente por la Casa Blanca, que destacó que busca “fortalecer y equilibrar la alianza económica”, profundizar la cooperación en materia de inversiones y comercio, y crear un entorno “transparente y basado en normas” para promover la innovación. Con ese marco, el Gobierno argentino subrayó que la iniciativa abre puertas a nuevas oportunidades de inversión norteamericana en el país.
Los puntos clave del entendimiento
El pacto comercial abarca áreas sensibles y de alto impacto económico: reducción de aranceles, eliminación de barreras no arancelarias, normas técnicas y de conformidad. Propiedad intelectual, acceso a mercados agrícolas, estándares laborales, medio ambiente, seguridad económica y comercio digital. Además de compromisos vinculados al funcionamiento de empresas estatales y esquemas de subsidios.
Sectores como la producción agroindustrial, la tecnología, las manufacturas y la cadena de valor energética aparecen entre los que podrían obtener beneficios concretos en términos de inserción, competitividad y acceso a mercados.
Mientras la letra chica del acuerdo aún se termina de redactar, la reacción del gobierno bonaerense agrega un capítulo político previsible. El kirchnerismo intenta instalar que la integración económica implica un riesgo para la producción nacional. Aun cuando especialistas y funcionarios del propio Gobierno destacan que permitirá mejorar reglas. Por ejemplo, atraer inversiones y generar estabilidad.
