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ECONOMÍA

Jubilación monotributista: los datos reales del sistema y el debate que sigue pendiente

 

Más de 2,4 millones de monotributistas aportan al régimen previsional simplificado, creado en 1998 como un esquema transitorio. Hoy concentra aportes mínimos y genera fuertes presiones sobre la sostenibilidad del sistema.

 
Monotributista

El interrogante sobre “cuánto se va a cobrar” al jubilarse como monotributista volvió a quedar en el centro de la escena tras los rumores —ya desmentidos por el presidente Javier Milei— sobre una eventual eliminación del régimen simplificado. La discusión expuso una realidad conocida por especialistas: el sistema fue creado como un puente temporal para formalizar a trabajadores informales, no como una plataforma de aportes de por vida.

El monotributo incorporó desde su origen un aporte previsional fijo, idéntico para cada categoría. Pero desde el comienzo quedó claro que no estaba diseñado para sostener carreras completas de 30 años. La mayoría de los adherentes se mantiene dentro del sistema por décadas, lo que deriva en aportes muy bajos y jubilaciones equivalentes al haber mínimo.

Hoy, el aporte jubilatorio mensual promedio ronda los $15.400, según datos oficiales. Es menos de una décima parte del aporte personal que realizan los asalariados, quienes además suman la contribución patronal. Con ese esquema, la jubilación futura queda atada a la mínima.

La mayoría aporta muy poco y durante largos períodos

De acuerdo con datos de la Subsecretaría de Seguridad Social, el 58% de los 2,43 millones de monotributistas activos está en la categoría A, con un aporte previsional de $13.663,17. Siete de cada diez se ubican entre A y B; ocho de cada diez entre A, B y C; y nueve de cada diez aportan menos de $20.004.

Ese universo tiene además ingresos muy heterogéneos, pero aporta prácticamente lo mismo al sistema previsional. En términos fiscales, esto significa que se necesitan 26 monotributistas para financiar una sola jubilación mínima.

Un esquema altamente subsidiado en lo previsional

Especialistas advierten desde hace años que el régimen está excesivamente subsidiado. El aporte medio equivale a menos del 4% del haber mínimo más bono, una relación que se deterioró desde los 90, cuando el componente previsional representaba más del 20% de la mínima.

A pesar de eso, los monotributistas acceden a derechos como asignaciones familiares, lo que genera situaciones de “beneficiarios netos” del sistema. En la categoría A, por ejemplo, el total mensual pagado entre impuesto y aportes es de $37.085,74, mientras que por cada hijo se perciben $59.851.

El crecimiento del monotributo y su impacto previsional

En los últimos doce años, la cantidad de monotributistas que aportan creció 51%, mientras que el empleo asalariado privado, que financia gran parte del sistema, tuvo una expansión mínima. Para los especialistas, esta brecha pone en riesgo la sostenibilidad del sistema previsional general.

El economista Oscar Cetrángolo sostiene que el puente hacia la formalización “quedó congelado” y que el incentivo a permanecer dentro del monotributo es demasiado alto. Esa permanencia, advierte, “define la creciente insostenibilidad del sistema previsional”.

No existen jubilados “puros” del monotributo

El régimen nació en 1998 y se necesitan 30 años de aportes. Por eso, los jubilados actuales que pasaron por el monotributo nunca fueron exclusivamente monotributistas: accedieron mediante moratorias y terminan cobrando la mínima.

En paralelo, algunos cambios introducidos en 2024 ampliaron las facturaciones permitidas, llevando el tope a casi $95 millones anuales. Eso permite que miles de contribuyentes permanezcan en el régimen simplificado incluso con niveles de ingresos que antes los trasladaban al sistema general.

Qué cambios podrían mejorar el sistema

Para Cetrángolo, cualquier reforma debe enmarcarse en un rediseño jubilatorio integral que incorpore un piso de protección social financiado por impuestos generales. Pero también —señala— es necesario reducir los incentivos a permanecer en el monotributo y corregir los saltos entre regímenes.

Otros economistas proponen mejorar la transición hacia el sistema general y rediseñar los aportes para que exista una correspondencia mayor entre lo que se paga y lo que se recibe.

En ese diagnóstico coinciden especialistas como Ana Britos y Rafael Rofman: el monotributo no debe eliminarse, pero sí corregirse. Sobre todo si se busca que el régimen no siga acumulando beneficiarios que, por diseño, solo podrán acceder al haber mínimo.