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ESPECTÁCULO

Julio Bocca rompió el silencio y dejó mudo a Mario Pergolini: qué dijo

 

Su testimonio dejó al estudio en silencio.

 
Mario Pergolini

El estudio estaba en calma, apenas interrumpido por el murmullo de los panelistas. En el centro, firme y elegante, Julio Bocca. El ícono máximo del ballet argentino llegó al programa de Mario Pergolini, “Otro día perdido”. Lo que nadie esperaba era un relato tan frontal, crudo y a la vez humano. Bocca no esquivó nada: habló de disciplina, de dolor, de mitos que arrastra el ambiente y de las cicatrices que aún hoy lleva en el cuerpo.

Qué dijo Julio Bocca que traumó a Mario Pergolini

Desde el inicio, la palabra que dominó la charla fue “exigencia”. Pergolini quiso saber si esa dureza era real. Bocca no dudó un segundo: “La exigencia siempre fue, sobre todo si querés llegar a un nivel y estar entre los mejores. Es una carrera que vos elegís. Nadie te obliga”. Con esa frase, silenció cualquier teoría de maltrato generalizado. Y fue más lejos: “Nunca me pegaron a mí. Nunca en el Colón. No era así”. La maestra con megáfono existió, sí, pero el límite se respetaba. El mito, desmentido.

Pergolini buscó alivianar la tensión con humor, pero Bocca devolvió la pelota con claridad: en la danza, la dureza se elige y también se disfruta. Y ahí apareció la figura de su maestro alemán de 21 años, rígido, temperamental, pero clave. “Me ponía en estado. Yo salía confiado, podía bailar tres horas. Disfrutaba lo que hacía. Nunca fue maltrato”. Para Bocca, el problema actual es otro: “Ahora nos vamos para el otro lado. ¿Cómo corregís sin exigir?”.

El clima cambió cuando arribó el tema más temido: las lesiones. Pergolini recordó que nunca lo vio caer gravemente, pero Bocca lo corrigió rápido. “La primera operación fue en el 86. Se me fisuró el menisco en una caída. No había resonancia magnética. El estudio que me hicieron tenía la aguja sucia y me infectaron la articulación”. La frase heló al estudio. Y no fue la única: “Tuve cuatro acá, una acá, los dos ligamentos del pie, los tres de este lado, costilla y los dos dedos”. Un inventario brutal, contado con naturalidad.

Y como si fuera una escena de película, Bocca mostró sus rodillas: marcadas, operadas, testigos de una vida de esfuerzo. Incluso relató cómo se quebró los dedos por la resina de una bailarina en pleno giro. ¿Dejó la función? “Si estás en función, sí. Cinta en la pausa y seguís”.