La China Suárez vuelve a la pantalla con Hija del fuego: la venganza de la bastarda, el explosivo thriller patagónico que desembarca mañana en Disney+ y que promete traer de regreso el formato de culebrón con un giro moderno. Acompañada por Eleonora Wexler y Diego Cremonesi, la actriz habló con Cecilia Marti y dejó varias perlitas sobre el proceso de grabación, su personaje y hasta una venganza infantil digna de novela.
Elenco de peso, paisajes imponentes y una historia atravesada por la intriga: así define Wexler este nuevo proyecto. “Me parecía una historia apasionante, de intriga, de venganza, de amor, de pasión… como revivir el culebrón, aggiornado con thriller y con la belleza del paisaje”, expresó emocionada. La ficción, ambientada en la Patagonia, combina drama, misterio y tensión familiar en una trama donde nada es lo que parece.
La China, siempre espontánea, reconoció que al principio le costó encontrar el tono adecuado: “Yo venía de hacer un papel en el que me decían ‘menos, menos, menos’. Llegué acá con ese registro y me dijeron que parecía una planta”. Entre risas, recordó que la clave fue entender que la serie pedía exageración, intensidad y un código dramático bien marcado: “Nos dijeron que no tengamos miedo, que sigamos el código del culebrón. Y fue un flash”.

Sobre su personaje , la actriz explicó: “Es recontra premeditada, no es un acto impulsivo. Tiene socios, pensó cada detalle. Lo único que le hace tambalear es el personaje de Juan, que no estaba dentro del plan”. Su interpretación promete ser uno de los ejes emocionales de la historia.
Cuál fue la peor venganza de la China Suárez
Pero la entrevista dio un giro inesperado cuando Marti les preguntó si alguna vez se habían vengado de alguien. La China no dudó en confesar una travesura calculada: “Mi hermano era el mejor en todo. Tocaba la flauta dulce perfecto. Yo no soportaba más el ruido… así que le metí una maderita”. El resultado fue devastador: el instrumento dejó de sonar y su hermano rompió en llanto. “Fue premeditado, sí”, admitió entre risas. “Se lo conté de grande y se acordaba perfecto”.
