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ESPECTÁCULO

La emotiva reflexión de José María Listorti con Mario Pergolini: «fortuna»

 

El actor y el conductor abrieron sus recuerdos al público.

 

El reencuentro comenzó entre risas, miradas cómplices y una complicidad que el tiempo no logró borrar. José María Listorti fue el invitado especial de Otro día perdido, el ciclo que conduce Mario Pergolini, y lo que siguió fue un viaje directo a los años noventa, cuando ambos compartían micrófonos, sueños y una energía que hoy sigue intacta.

El estudio, cargado de nostalgia y anécdotas, se convirtió en una cápsula del tiempo. “Ya desde chico era muy divertido, era muy bueno. A mí me vino en combo con Freddy (Villarreal), y fueron de todo, escribieron, movileros, de todo”, recordó Pergolini, abriendo la puerta a los recuerdos de aquella Rock & Pop que marcó a toda una generación.

Listorti, que en ese entonces tenía apenas diecinueve años y estudiaba locución, empezó su carrera junto a Mario, sin imaginar que, apenas un año después, daría el salto a VideoMatch. Entre bromas, Pergolini fingió olvidar ese detalle: “¿Quién era el otro?”, lanzó, desatando carcajadas y reviviendo la vieja rivalidad (ya sin veneno) con Marcelo Tinelli.

A medida que avanzaba la charla, el clima se volvió más íntimo. El conductor de CQC dejó la ironía de lado para reconocer la trayectoria de su excompañero: “Esto, cuando uno lo ve en retrospectiva… alguien que quería ser locutor, ¡qué increíble carrera hiciste, José María!”. Hubo un silencio breve, de esos que dicen más que mil palabras.

El sueño de José María Listorti que se hizo realidad

Listorti, conmovido, respondió con una reflexión que dejó al estudio en silencio: “El otro día cumplimos dos mil programas en la radio, y una de las cosas que dije fue que cuando uno se marea, tiene que pensar en el pibe de dieciséis años que hubiese pagado por estar en una radio como la Pop. Cuando me empiezo a fastidiar, me retrotraigo y pienso en ese pendejo que hubiese dado todo por estar donde estoy. Me pasó en el cine también: cuando me quejo de esperar, me digo ‘¿por qué me voy a fastidiar si estoy haciendo lo que me gusta?’”.

El momento fue pura emoción. El estudio estalló en aplausos, y Pergolini, visiblemente tocado, asintió en silencio. El encuentro terminó con una frase que quedó flotando en el aire: “Hay que disfrutar de trabajar en lo que amamos. No todos tienen esa suerte”.