Milo J volvió a demostrar por qué es una de las figuras más queridas y auténticas de la música urbana argentina. Durante su paso por el programa Nadie Dice Nada, el joven artista dejó al público boquiabierto cuando reveló, sin vueltas, en qué gastó su primer sueldo. Lejos de lujos o extravagancias, su respuesta dejó en evidencia el contexto de necesidad en el que creció y comenzó a construir su carrera.
Qué hizo Milo J con su primer sueldo
“Me compré un montón de ropa… una banda, pero porque no tenía”, admitió ante la pregunta de Momi Giardina. Milo contó que, en ese momento, su guardarropa era tan limitado que prácticamente vivía con los mismos tres conjuntos de ropa, que usaba para todo: entrevistas, grabaciones, shows y reuniones. No era una cuestión estética: simplemente no tenía más opciones.
Pero su testimonio no terminó ahí. Milo profundizó en las dificultades económicas que compartía con su amigo y compañero de aventuras, Marco. “Hubo una época que con el Marco nos mandábamos en el 166 para todos lados… de Morón a Palermo”, recordó. Esos viajes interminables en colectivo, desde el oeste del conurbano hasta la Ciudad de Buenos Aires, fueron clave para grabar, trabajar y aprovechar cada oportunidad que se les presentaba.
La parte más emotiva de la charla llegó cuando relató que, durante esa etapa, solo contaban con una sola SUBE. “Teníamos una, nada más”, explicó. Esa única tarjeta los obligaba a moverse siempre juntos y a coordinar sus desplazamientos con precisión quirúrgica. La imagen de los dos amigos recorriendo la ciudad, con un presupuesto mínimo pero con un sueño enorme, se volvió viral por la crudeza y la ternura de la historia.
El presente luminoso del artista contrasta con esas anécdotas. Hoy, Milo J llena estadios como el Movistar Arena, se consagra con discos exitosos y graba hits con los nombres más grandes de la industria. Sin embargo, él no olvida lo que perdió en el camino. En otra entrevista, confesó que la fama le impidió seguir disfrutando de los carnavales del Oeste, una tradición que llevaba en el alma. “Me mandé con balaklava y me reconocieron igual”, contó entre risas.
