Oriana Sabatini abrió su corazón y contó que su embarazo no fue tan “ideal” como muchos lo pintan. “Mucho se habla del amor instantáneo … pero a mí no me pasó eso”, confesó, revelando que no sintió ese “amor incondicional” al enterarse de que estaba embarazada. Sus palabras derriban el cliché romántico de la maternidad perfecta.
La actriz explicó que asumir que ahora compartía su cuerpo con alguien más fue un golpe emocional fuerte. “Pasé a compartir mi cuerpo con alguien que no conozco, que domina mi vida y me dice qué como, cuándo entreno y cuándo no”, dijo con franqueza. Esa transformación física la obligó a repensar su identidad y su relación con el control.
Sabatini también habló de su pasado con los trastornos de conducta alimentaria (TCA) y cómo esa historia pesa hoy más que nunca. “Cuando vivís toda tu vida odiándote, es difícil querer algo que va a nacer de tu propio cuerpo, de ese lugar que odiaste toda la vida”, admitió. Esa frase refleja el dolor profundo y la larga reconstrucción de su relación con su cuerpo.
Reconoció que el proceso no ha sido lineal ni sencillo: “Sabía que me iba a costar, que no iba a ser fácil. Es uno de los desafíos más grandes que tuve en mi vida”, reflexionó. Para ella, este embarazo representa mucho más que solo la espera de un bebé: es también un proceso interno de sanación y aceptación.
Además, Oriana Sabatini dijo que muchas veces se siente mal sin que ello signifique que no esté feliz con la idea de ser madre. “El 90 % del tiempo me siento fatal”, confesó, con honestidad. Esa contradicción le genera culpa, porque sabe que muchas personas esperan que transmita pura alegría.
Finalmente, Oriana Sabatini explicó que no quiere ocultar nada de lo complejo que está viviendo. “No quiero fingir que todo es perfecto … Quiero ser honesta”, afirmó. Para ella, su hija merece una madre real, con batallas y cicatrices, no solo una versión idealizada.
