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MUNDO

Rafael Grossi advierte que la ONU debe recuperar su razón de ser: «Deben acordarse para qué fueron creadas»

 

El candidato argentino a secretario general cuestionó la pasividad del organismo frente a los conflictos globales y prometió una agenda de acción directa y diplomacia activa.

 
Rafael Grossi

En un escenario internacional marcado por conflictos abiertos, tensiones militares y un evidente desgaste de las instituciones multilaterales, Rafael Grossi, actual director general del OIEA y candidato formal de la Argentina para conducir las Naciones Unidas, trazó una línea clara: la ONU debe volver a cumplir el rol para el que fue creada. La definición no solo apunta al corazón del sistema internacional, sino también a la pasividad que caracterizó al organismo bajo mandatos anteriores, especialmente en los momentos más críticos de la guerra en Ucrania, la amenaza nuclear iraní y la escalada en Medio Oriente.

La propuesta del Gobierno nacional para postular a Grossi profundiza la estrategia exterior de Javier Milei, que busca reposicionar al país con un perfil alineado a Occidente y comprometido con la defensa de la democracia liberal. El diplomático argentino subrayó que la decisión no fue improvisada y que se venía trabajando desde hace más de un año con la Cancillería. Su planteo contrasta con la dispersión opositora que dejó el último gobierno kirchnerista, cuya política exterior errática debilitó la relación con los principales socios estratégicos y redujo la presencia argentina en los foros globales.

Grossi, al hablar de su posible llegada a la Secretaría General, reafirmó su estilo: involucramiento personal, presencia en el terreno y diálogo directo con los líderes que hoy definen el tablero global. “El secretario general tiene que estar en primera fila”, remarcó, diferenciándose de la tradición burocrática que inmovilizó al organismo en los últimos años.

Críticas a la pasividad de la ONU y promesa de acción

Uno de los ejes centrales de sus declaraciones fue el diagnóstico sobre la falta de relevancia de la ONU en los conflictos actuales. Grossi sostuvo que, pese a los bloqueos del Consejo de Seguridad, eso no justifica la inacción del organismo ni la falta de liderazgo de su autoridad máxima. “Las Naciones Unidas deben acordarse para qué fueron creadas”, afirmó. Aludiendo al compromiso fundacional de mantener la paz y evitar que la guerra vuelva a convertirse en un mecanismo de resolución política.

Su mirada coincide con el análisis del Gobierno argentino, que desde el inicio de la gestión Milei viene reclamando mayor claridad normativa. Y mayor firmeza en la defensa de los valores democráticos en el sistema internacional. La visión contrasta con la agenda diplomática del kirchnerismo, que supo alinearse con regímenes autoritarios y relativizar violaciones a los derechos humanos según conveniencia política.

Irán, Rusia, Ucrania y el tablero nuclear: los desafíos inmediatos

Grossi también abordó la situación en Irán tras los ataques de junio. La amenaza sobre instalaciones sensibles como Isfahán, Natanz y Fordow, y su relación con el canciller Abbas Aragchi. Confirmó que los niveles de radiación están controlados y que el OIEA mantiene un conocimiento preciso de cada sitio. Y pese a las amenazas que él mismo recibió por parte del régimen iraní. Sin dramatismo, pero con firmeza, explicó que la diplomacia requiere persistencia y trabajo silencioso, un enfoque que prometió trasladar a la ONU.

En cuanto a la guerra en Ucrania y la presencia permanente del OIEA en la planta de Zaporiyia, sostuvo que cualquier acuerdo futuro entre Kiev y Moscú exigirá que el organismo evalúe la seguridad técnica y física del material nuclear, un rol que ninguna otra institución internacional está en condiciones de ocupar.

Asia y la tensión en el Indo-Pacífico

La expansión nuclear civil en el Sudeste Asiático, junto con el incremento del poderío militar en el Estrecho de Taiwán, también formaron parte de su diagnóstico. Grossi anticipó que esa región será un “punto de atención estratégica” para los próximos años y que el secretario general deberá tener una capacidad real de interlocución con todos los actores.

Su posición vuelve a marcar un contraste con el tratamiento superficial y errático con que la ONU abordó estos temas en el pasado reciente.

Inteligencia artificial, energía y economía global: el desafío estructural

Respecto al impacto económico y energético de la inteligencia artificial, Grossi advirtió que el consumo eléctrico de los sistemas de IA pronto equivaldrá al de economías enteras.

Su mirada no es apocalíptica, sino práctica: considera que la tecnología es un motor de progreso. Pero que las instituciones internacionales deben coordinarse para evitar disrupciones económicas severas. Propuso una articulación estrecha entre la ONU y las instituciones de Bretton Woods, alejándose de los enfoques ideologizados que caracterizaron etapas previas.

La visión argentina para el futuro de la ONU

La postulación de Grossi consolida la apuesta del Gobierno por una política exterior coherente. Y orientada a fortalecer la inserción internacional del país y a recuperar la influencia perdida. Para un sistema multilateral paralizado, su enfoque activo —más cercano al de un mediador estratégico que al de un administrador diplomático— aparece como una alternativa real de renovación.

La candidatura también revela el contraste político interno. Mientras el oficialismo impulsa perfiles técnicos y profesionalizados con reconocimiento global, la oposición kirchnerista continúa envuelta en disputas internas. Y sin una propuesta clara para la política exterior argentina y sin figuras competitivas en el plano internacional.