En medio de la pulseada entre el Gobierno y la CGT por la reforma laboral, un dato emerge con fuerza y atraviesa grietas, banderas e identidades políticas: casi siete de cada diez argentinos rechazan que la cuota sindical siga siendo obligatoria. Así lo señala un informe de la consultora Zentrix, que marca un deterioro acelerado en la representación gremial y un respaldo social amplio a la modernización del régimen laboral.
En concreto, el 67,5% respalda transformar el aporte obligatorio en un sistema voluntario, mientras que solo el 17,8% defiende el esquema vigente. El resto —un 14,7%— se mantiene neutral o sin interés en el tema.

Un apoyo transversal que descoloca al sindicalismo
Uno de los datos más llamativos del estudio es que la demanda de cambio no es patrimonio exclusivo del electorado libertario: también los votantes opositores coinciden en terminar con el sistema compulsivo de aportes. Esta convergencia, difícil de encontrar en casi cualquier otro debate nacional, expone la magnitud del desgaste sindical.
Cuando se suman quienes no se oponen o se muestran indiferentes, el apoyo o neutralidad trepa al 82,2%, un número que representa un virtual consenso social.
La reforma laboral tiene respaldo mayoritario
El relevamiento también midió la percepción sobre el esquema laboral argentino. Más de la mitad —55%— cree que las reglas actuales deben actualizarse o directamente reemplazarse por un sistema más flexible y compatible con la economía contemporánea.
Incluso los sectores que expresan dudas admiten que el modelo vigente no funciona. Según Zentrix, existe un diagnóstico extendido de que las normas laborales quedaron rígidas, envejecidas y desconectadas del mercado real.
La peor imagen sindical en décadas
Uno de los puntos más duros del informe es la evaluación de la imagen de los sindicatos:
- 15,2% tiene una opinión positiva.
- 63,9% los valora de manera negativa.

La crisis de legitimidad golpea incluso en territorios históricamente peronistas. Entre los votantes del PJ, la negatividad llega al 30,2%, lo que confirma que el rechazo supera cualquier frontera partidaria.
Zentrix advierte que la percepción pública está asociada a dirigencias eternizadas, estructuras burocráticas, escasa transparencia y una distancia cada vez mayor entre los reclamos de base y la agenda de la cúpula sindical.
La frase reciente de Sergio Sasia, secretario general de la Unión Ferroviaria, resume el clima interno: “Ya dejamos de ser la columna vertebral del movimiento obrero”.
La CGT reclama un asiento en la mesa, pero admite que no conoce el proyecto
Mientras crece la discusión pública, los gremios aseguran que no fueron convocados al debate formal sobre la reforma laboral. El cotitular de la CGT, Jorge Sola, lanzó una advertencia directa al Gobierno. “Si no nos llaman, van a chocar con la misma pared de siempre”.
Otras organizaciones consultadas deslizaron malestar: afirman que no participaron de ninguna instancia técnica, desconocen el texto final y que los trascendidos sobre salarios dinámicos o banco de horas no fueron consultados con ellos.
La percepción general en la cúpula gremial es que el Gobierno “no entiende” el alcance de algunas reformas. Sin embargo, muchos admiten que no harán declaraciones hasta que se publique el texto oficial.
Las preocupaciones del país: economía arriba, inflación abajo
El informe de Zentrix también analizó las principales preocupaciones de los argentinos. La situación económica general domina el ranking, con 30,7%, seguida por la corrupción (22,6%) y el desempleo (13,1%).
En un cambio llamativo respecto de los últimos años, la inflación —que históricamente encabezaba el listado— aparece relegada al 5,1%, reflejo de su caída sostenida desde mediados de 2024.
Educación (8,9%), inseguridad (8,3%) y narcotráfico (7,5%) completan el cuadro nacional.
Un escenario que tensiona la estrategia sindical
Los resultados del informe llegan en un momento clave. Con la reforma laboral a punto de ingresar al Congreso, la CGT enfrenta la peor imagen pública en décadas. Se trata de un consenso social que exige cambios y un Gobierno decidido a avanzar.
La pregunta es si el sindicalismo buscará adaptarse o si intentará resistir con un modelo que, según reflejan los datos, ya no cuenta con respaldo social ni político.
