Rodolfo Barili vivió uno de los momentos más intensos de su carrera al quebrarse frente a cámara mientras hablaba de una herida que lo acompaña desde la infancia. Conmovido y sin poder contener las lágrimas, el periodista abrió una puerta que durante años mantuvo cerrada. Y es que su relato fue tan íntimo como inesperado, que sorprendió incluso a quienes lo conocen de cerca.
En su confesión en el programa de Nico Peralta, Rodolfo Barili recordó un episodio que le cambió la vida para siempre: la ausencia de su padre en los años en los que más necesitó una figura de referencia. Habló de despedidas, de encuentros que no llegaban y de un vacío que creció con él. Al evocarlo, la emoción lo superó y dio paso a un llanto genuino que reveló cuánto pesa todavía ese recuerdo.
Además, el periodista explicó que esa herida no solo impactó en su vida personal, sino también en la manera en que construyó su carácter. Contó que debió aprender a hacerse fuerte desde muy chico, apoyándose únicamente en su madre Antonia, quien se convirtió en su sostén incondicional. Esa experiencia, según él, moldeó su sensibilidad y su forma de conectar con los demás.
Por otro lado, Barili también relató cómo ese dolor lo acompañó durante su crecimiento, incluso cuando su vida profesional comenzaba a despegar. Años más tarde, al mirar hacia atrás, comprendió que esa carencia también lo impulsó a buscar vínculos sólidos y afectos verdaderos. Lejos de esconderlo, quiso compartirlo para que otros puedan sentirse identificados.
Mientras avanzaba en su relato, el conductor de Telefe, quien ganó un Martín Fierro de Oro, destacó la figura de su madre Antonia como pilar fundamental. A la par, dijo que fue ella quien sostuvo la casa, quien lo alentó a estudiar y quien lo impulsó a creer en sí mismo. Reconocer su esfuerzo fue para él una manera de honrar el sacrificio que permitió que hoy ocupe el lugar que tiene.
El cierre de su testimonio dejó una reflexión sobre la importancia de hablar del dolor para transformarlo. Rodolfo Barili afirmó que compartir su historia no fue un acto de debilidad, sino un gesto de liberación. Agradeció el cariño del público y de sus colegas, quienes lo acompañaron en ese momento tan personal. Y remarcó que, aunque las heridas del pasado nunca desaparecen del todo, pueden convertirse en una fuerza inesperada.
