Maxi López y Daniela Christiansson protagonizan un nuevo episodio entrañable en su vínculo a distancia, demostrando que la lejanía no apaga la cercanía. El ex River Plate se encuentra en Argentina participando del certamen televisivo MasterChef Celebrity, mientras ella espera el nacimiento de su segundo hijo desde Suiza, junto a su hija.
A pesar del trabajo exigente de Maxi López en pantalla, Daniela Christiansson no duda en mostrar su apoyo: compartió una foto de él acompañado por su hija, con un mensaje que decía “Siempre con vos”. Así que esa imagen fue republicada por el futbolista con emojis de bandera suiza, televisor y bíceps y la frase “Team Maxi Suiza. Haciéndome el aguante en MasterChef Argentina”. Con esto, la pareja comunica que la distancia no equivale a desconexión.
Mientras Maxi López adapta su rutina al rodaje televisivo, ella prepara los últimos días de embarazo y gestiona la familia en Suiza: niños, mascotas y las tareas cotidianas que exige la espera de un bebé. Su compañera fiel, la perra de raza akita inu llamada Kika, aparece en sus historias como cómplice de la maternidad: “Kika siempre está cerca cuando medito para conectar con el bebé”, escribió en Instagram.
Para Daniela Christiansson, instalarse en Suiza no significa aislarse: la imagen de su hija acostada viendo el programa de papá es un guiño a la cotidianidad que ambas mantienen viva. El vínculo, más que estar marcado por la presencia física, se fortalece en los símbolos y en las declaraciones mutuas de cuidado y compañía.
Más allá de la simple publicación, la pareja maneja una narrativa de familia que trasciende la pantalla: esperan un bebé, cuidan de la mayor, suman a la mascota, y sostienen un hogar que se expande entre países. Esa lógica de “nosotros aunque estemos lejos” funciona como un contrapeso de separación en programas de la televisión.
Claramente, este nuevo intercambio entre Maxi y Daniela no es solo una postal romántica: es un testimonio actual de que construir vínculos sólidos con agendas dispares y espacios distintos es posible. Y en su caso, no depende únicamente de mensajes bonitos, sino de gestos: ella le muestra que lo acompaña, él la incluye en su rutina y ambos hacen de la distancia un componente de su relato más que una barrera.
