El papa León XIV pidió este jueves paz, justicia y estabilidad para Medio Oriente y llamó a un diálogo sincero para poner fin a la guerra en Ucrania, durante su primera bendición Urbi et Orbi como pontífice. El mensaje fue pronunciado desde el balcón central de la basílica de San Pedro a pesar de la lluvia, ante 26.000 personas según las cifras oficiales difundidas por Vatican News.
En su saludo navideño, el Papa se dirigió a los 1.400 millones de católicos y expresó su deseo de que “la paz de Cristo reine en los corazones y en las familias”. León XIV felicitó la Navidad en diez idiomas y destacó la necesidad de recuperar el valor del diálogo frente a los conflictos armados.
El pontífice reclamó paz y estabilidad para Líbano, Palestina, Israel y Siria, y pidió justicia para los pueblos golpeados por la violencia. En ese marco, recordó su reciente viaje a Líbano y aseguró conocer “el sentimiento de impotencia” que viven los cristianos de la región frente a las dinámicas de poder.
En este día santo, abramos nuestro corazón a los hermanos y hermanas que están necesitados y sufren. Al hacerlo, lo abrimos al Niño Jesús que, con sus brazos abiertos, nos acoge y nos revela su divinidad. #Navidad + https://t.co/Ask8z10sf6
— Papa León XIV (@Pontifex_es) December 25, 2025
Ucrania, Europa y América Latina en el mensaje del Papa
León XIV dedicó un tramo central de su mensaje a la guerra en Ucrania. Allí pidió que cesen las armas y exhortó a las partes involucradas a encontrar “el valor para dialogar de manera sincera, directa y respetuosa”, con el acompañamiento de la comunidad internacional.
El Papa también mencionó los conflictos en Sudán, Sudán del Sur, Malí, Burkina Faso y la República Democrática del Congo, además de Haití, Myanmar y la tensión entre Tailandia y Camboya. En referencia a América Latina, pidió a los dirigentes políticos que prioricen el bien común y no se dejen arrastrar por disputas ideológicas.
Migrantes, refugiados y trabajadores
Durante su mensaje, León XIV tuvo palabras especiales para los migrantes y refugiados que cruzan el Mediterráneo o América del Norte, y para los trabajadores mal remunerados en todo el mundo. Remarcó que rechazar al que sufre es también rechazar a Dios y llamó a asumir una responsabilidad personal frente al dolor ajeno.
